La integración es, sin duda, un aspecto muy importante tanto para el buen funcionamiento de cualquier sociedad, como para el desarrollo personal del individuo, pues da la posibilidad de participar del nivel mínimo de bienestar sociovital y facilita la convivencia entre las personas que componen dicha comunidad. Especialmente en países multiculturales, como podría ser EE.UU. esto es algo esencial. Con este objetivo en la década de los 50 nacen las Escuelas de Esposas, pensadas para mujeres japonesas casadas con soldados americanos. ¿Quieres saber cómo eran?
Las escuelas de esposas de los ’50 para japonesas casadas con soldados americanos
Puede resultar incluso paradójico que el gobierno de los Estados Unidos de América de los años 50 se preocupase por la integración de las esposas japonesas, a su llegada al nuevo hogar, cuando, por aquella época aún quedaban pequeños grupos de aquella temeraria asociación que perseguía y castigaba duramente a otros ciudadanos americanos solo por ser negros.
Así, tras la Segunda Guerra Mundial, entre 1945 y 1952, Japón fue ocupada por los Estados Unidos, lo que obligó permanecer en este país a miles de soldados americanos destinados a esta misión. Como es normal, en una estancia tan prolongada surgieron muchos romances entre soldados y japonesas, muchos de los cuales acabaron en matrimonio.
Al terminar la ocupación, los soldados debían regresar a sus casas y con ellos sus mujeres y para facilitar este proceso La Cruz Roja Americana abrió escuelas de esposas en las ciudades más importantes Tokio, Yokohama y Sendai. En ellas se les enseñaba cómo ser la esposa ideal americana, mediante clases de protocolo para aprender a utilizar bien los cubiertos en la mesa, clases de cocina en las que se les enseñaba a cocinar el plato típico estadounidense (la hamburguesa), así como el uso de electrodomésticos, lavadora, aspiradora etc. y a realizar las tareas del hogar, por ejemplo a hacer las camas.
Como ves, el plan de estudios en estas escuelas era bastante completo ya que, no sólo se limitaba en formar a una buena ama de casa, sino que también cuidaba otros aspectos más sociales, como aprender a tratar y conversar con los vecinos, se les enseñaba cómo ser una buena anfitriona, la etiqueta, a vestir y maquillarse al estilo americano, desenvolverse en los hospitales y en el cuidado de los hijos. Al final del curso, las aspirantes eran evaluadas y recibían incluso un diploma de estudios que certificaba su aptitud.
Pero el curso sólo era una parte anecdótica del largo proceso por el que tenían que pasar para obtener el visado que abriría las puertas a su una nueva vida en Estados Unidos. Ahora las esposas estaban preparadas para formar parte de la sociedad americana, pero y ¿esa sociedad estaba preparada para acogerlas? ¿Debían olvidar completamente las tradiciones y formas de su país? Al fin y al cabo, no existe integración sin tolerancia, ¿verdad?
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Imágenes: BBC, AZUL CHALK MEDIA, La voz del muro,