Es un hecho: a los humanos no nos gusta esperar. Te preguntarás, ¿qué tiene esto que ver con que haya espejos cerca de los ascensores? Pues desde Supercurioso te lo vamos a explicar.
¿Por qué suele haber espejos cerca de los ascensores? La razón es inesperada
Es posible que a estas alturas ye hayas percatado de que es muy usual ver que se han colocado espejos cerca de los ascensores. La razón de esta estrategia, aparentemente caprichosa, es que estos espejos se utilizan para que la gente se desespere un poco menos mientras espera a que susodichos ascensores lleguen y abran las puertas. Lo hemos dicho ya: a las personas no nos gusta esperar, ni en la cola del cine, ni en la de los supermercados, ni en restaurantes, ¡ni siquiera nos gusta esperar esos segundos en los que el ascensor tarda en llegar a nuestra planta!
El New York Times señala que esta idea se originó durante el boom posterior a la II Guerra Mundial, cuando se empezó a construir edificios cada vez más y más altos. Los usuarios comenzaron a quejarse de las largas esperas, y la solución de los arquitectos fue tajante: «dar a la gente algo con lo que ocupar su tiempo y así se les haría más corta la espera», recalca el periódico. Tras esta iniciativa, las quejas mermaron, pues los usuarios estaban muy ocupados mirándose en los espejos o examinando disimuladamente al resto de pasajeros.
El tiempo de espera lo consideramos tiempo perdido, desperdiciado, por lo que los expertos en marketing tratan de contentarnos proporcionándonos la falsa ilusión de que estamos haciendo algo productivo. Por ejemplo, también se sitúan chicles y caramelos en la fila del supermercado para, al menos, mantenernos entretenidos con sus colores y, además, estimular la compra impulsiva.
Es destacable también una anécdota, similar a la de los espejos, que tuvo lugar en el aeropuerto de Houston. Los pasajeros se quejaban de que tenían que esperar mucho tiempo para recoger su equipaje, por lo que el aeropuerto decidió contratar a nuevo personal. Al haber más mano de obra, el tiempo de espera se redujo a siete minutos. Un éxito, ¿verdad? Pues no, porque los usuarios seguían quejándose, ya que ese intervalo de tiempo seguía pareciéndoles eterno.
Los ejecutivos del aeropuerto observaron que cada pasajero caminaba durante un minuto para llegar a la cinta de equipaje, donde esperaban alrededor de siete minutos. Así que se les ocurrió darle la vuelta a la tortilla. A partir de ahora, los viajeros caminarían durante siete minutos hasta llegar a la cinta y esperarían tan solo un minuto. Y, vaya si fue un éxito, los usuarios dejaron de quejarse. Por lo visto, los viajeros ya no tenían la sensación de que estuviesen malgastando su tiempo.
Pues sí, en esta nueva sociedad que se basa en la inmediatez y las prisas, ya no somos capaces de esperar, necesitamos estar ocupados constantemente. Así que la próxima vez que nos toque hacer cola, en vez de buscar algo con lo que ocuparnos, ¿por qué no lo aprovechamos para pensar o simplemente fijarnos en nuestro rededor?
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