El síndrome del espejo es una idea que nos intentan trasmitir numerosos psicólogos y psiquiatras al respecto de un comportamiento muy común a día de hoy. Las personas, la sociedad y casi todos los escenarios que nos rodean, están habitados por centenares de espejos; piénsalo por un momento…

Espejos en las tiendas de ropa, en los comercios, en los centros de trabajo… Las televisiones son espejos en los que reflejarnos, al igual que las revistas y numerosas publicaciones que recibimos en nuestras redes sociales. Las personas observamos e intentamos a su vez, reflejarnos en estos medios. En el momento en que tomamos «autoconciencia» mediante estos espejos, aparece en numerosas ocasiones el problema. El drama.

¿Soy yo ese que refleja el espejo? ¿Es verdad que tengo tantos defectos? ¿Por qué las imágenes que veo a mi alrededor son tan ideales y yo tan imperfecto? Es aquí donde surge lo que muchos empiezan a llamar «el síndrome espejo». Una clara distorsión entre lo que vemos y lo que somos. Entre lo que hay en el espejo y lo que mi cerebro ve en realidad.

La importancia de mantener una buena relación con aquel que se refleja en nuestro espejo

El que se refleja en el espejo eres tú y nadie más. Tú con tu belleza y tus pequeñas imperfecciones que en esencia, te hacen único. Ahora bien, a día de hoy nuestra sociedad se alza sobre un valor desmedido hacia el concepto de imagen, hasta el punto que nos asaltan día tras día en un mundo a base de espejos en los que reflejarnos: la publicidad y sus modelos perfectos, las revistas y esos cuerpos retocados con Photoshop, el cine y esos actores esculpidos a base de horas de gimnasio y operaciones de estética… ¿Cómo negarlo?

El síndrome espejo está afectando a gran parte de nuestra población y en especial a los más jóvenes. Los psicólogos nos dicen que es a partir de los 2 años cuando las personas tomamos conciencia de que esa persona que se refleja en le espejo, somos nosotros. Poco a poco, iremos ampliando escenarios, nos fijaremos en los demás, y más tarde, en la propia sociedad.

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¿En qué momento podríamos decir que empezamos a tener un problema asociado a esta idea? ¿Cuándo deberíamos ser conscientes de que tenemos los rasgos que definen el llamado «síndrome espejo»? Toma nota:

  • Obsesión por nuestra imagen física, de tal modo que nos pasamos horas y horas ante el espejo sin sentirnos nunca satisfechos con lo que vemos. Falla ese mechón de pelo, esa ropa que no cae como debiera, esa tripa que abulta demasiado…
  • Empezamos a llegar tarde al trabajo, a las clases o a nuestras citas porque nos detenemos demasiado en ese cuidado personal y en ver qué refleja nuestro espejo.
  • La obsesión por vernos bien ante el espejo puede dar pie a que lleguemos a problemas más serios: anorexia, bulimia o incluso la vigorexia, una obsesión desmedida por mantenerse en forma que llega a extremos ya poco saludables.
  • El auténtico problema relacionado con el ´»síndrome del espejo», llega en ese momento en que surge una clara distorsión entre lo que vemos ante el espejo y lo que somos en realidad. Podemos vernos con la piel flácida, con varios kilos de más, cuando en realidad, nuestra figura es el claro ejemplo de un cuerpo anoréxico y enfermo.

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Siempre es interesante tener en cuenta esta serie de ideas, de reflexiones sobre fenómenos que podemos ver cada día entre nuestra sociedad, e incluso en nosotros mismos. Si te ha interesado este artículo, descubre también qué son los amores líquidos.