¿Un tren para perros abandonados? ¿Desde cuando van nuestros queridos amigos de cuatro patas en un tren particular? Te preguntarás, sin duda, al leer el título de este artículo.
Los únicos afortunados (de momento) capaces de disfrutar de un transporte de lo más original son los perros de un jubilado de 80 años llamado Eugene Bostick. Su idea, y más que nada su amor por los animales, ha hecho que su singular creación haya dado la vuelta al mundo.
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El tren de Eugene Bostick, Texas
El señor Bostick lleva ya unos cuantos años jubilado, pero eso no ha hecho que pierda su afición por el que fue su trabajo: conducir ferrocarriles. Durante toda su vida fue un empleado del ferrocarril Union Pacific, y ahora, es un inquieto jubilado que vive en una granja en Fort Worth en Texas, junto con su esposa, su hermano y su manada de perros abandonados, ésos compañeros que él mismo ha ido rescatando.
Entre sus rutinas semanales, que van desde cuidar de sus campos, cortar el césped, cuidar del ganado y de las maquinarias de la granja, tiene como puntual obligación y devoción, pasear a sus 9 perros en su pequeño pero cómodo ferrocarril. Y, en efecto, tal y como imaginas él mismo es quien lo ha fabricado. Aunque el mecanismo es en realidad bastante sencillo.
Son nueve bidones adaptados en cuyo interior se esconde unos mullidos cojines. Cada bidón va numerado y lleva debajo unas ruedas. A su vez, los nueve compartimentos particulares van unidos a su cortadora de césped Jhon Deer. No obstante, tal y como explica el hermano del señor Bostick a los medios de prensa y televisión que los han entrevistado, al principio el tren era solo de 5 plazas, pero poco a poco han aparecido más perros abandonados por la granja, y su hermano, al igual que su esposa, son incapaces de ver animales sin hogar.
Así que tal y como ves, en la actualidad el tren Bostick cuenta con 9 plazas. Es posible que llegado este punto te estés preguntado… ¿Y cómo es posible que los 9 perros estén completamente quietos mientras están en su plaza, es decir, en ese bidón alcolchado? La respuesta es sencilla: el señor Bostick los ha acostumbrado, y a ellos ¡les encanta!
Los animales se suben al instante con una sola llamada de su dueño. Se quedan bien quietos y aguardan a que la «locomotora» encienda sus motores mientras ladran en nervioso y feliz jolgorio canino. Saben que el paseo durará una hora y que cruzarán toda la granja más un campo de golf cercano. Las vistas son increíbles, se sienten seguros y contentos de formar manada, de formar un grupo unido con el señor Bostick en cabeza, sacándolos a pasear con esa máquina fascinante.
Los vecinos están encantados y no dudan en sacar fotos de ese evento cada vez que salen a pasear. Además, tienen muy claro que en breve, seguro que el tren aumenta en alguna plaza más…
Y ahora dinos… ¿Qué te parece esta idea?