En la historia del cine existen numerosas películas de gladiadores, en cambio en contadas ocasiones se ven mujeres luchando en la arena. Los estudiosos, actualmente tienen una respuesta a la pregunta: ¿Existieron las mujeres gladiadoras?
¿Existieron las mujeres gladiadoras?
La respuesta es afirmativa. Era algo poco usual pero real. Existen muy pocos escritos de la época romana que hablen de estas mujeres, pero se sabe que existieron ya que, por ejemplo Suetonio, relata que el emperador Domiciano hacía luchar a mujeres gladiadoras contra enanos, por la noche, a la luz de las antorchas. También existe un decreto de Tiberio que prohíbe a las mujeres familiares de Senadores o Equites (una clase social parecida a Caballeros) participar como gladiadoras en los espectáculos o entrenar. Incluso se ha encontrado en Pompeya una inscripción en la que el autor se vanagloria de ser el primero en traer gladiadoras a esa ciudad.
El término para designar a la mujer gladiadora es «gladiatrix». Tanto en el caso de los hombres como en el de las féminas, designa a la persona que en la Antigua Roma se enfrentaba luchando a humanos o animales para divertir al público. El cruel emperador Nerón utilizó gladiatrix e incluso niños gladiadores en sus espectáculos en el año 66. Se sabe, por los escasos documentos, que luchaban a pecho descubierto y que su espectáculo era frecuentemente reservado para las horas nocturnas. Según los historiadores, sus condiciones de vida, excepto algunas luchadoras de clases sociales altas, eran muy parecidas a las de los gladiadores masculinos. Vivían en escuelas donde entrenaban, recibían una buena alimentación para que tuvieran una capa de grasa que las protegiera de pequeñas heridas y tendrían atención médica. La lucha, al parecer solía ser en grupos de mujeres gladiatrix y cuando el combate las enfrentaba contra gladiadores varones, ellas solían luchar subidas en un carro para equilibrar las diferencias físicas.
Por algunas inscripciones halladas se sabe que existieron también escuelas para mujeres de clases altas que aprendían en ellas a luchar y cazar. Quizá de ahí venga la prohibición de Tiberio de que esas mujeres participaran en luchas públicas. Alfonso Mañas, en su artículo «Nueva evidencia de gladiadores femeninos: la estatuilla de bronce en el Museum für Kunst und Gewerbe de Hamburgo» nos aporta más pistas sobre la existencia de estas mujeres basándose en el estudio de esa estatua.
En primer lugar nos dice que lo que la mujer lleva en su mano es una espada corta, en segundo que está en una posición de victoria común a las estatuas de gladiadores romanos, con la mano alzada y la mirada baja. También indica que lleva el pecho descubierto como era obligatorio para los gladiadores y que luce en su rodilla una especie de protección o espinillera, cosa común en los luchadores. Por todo ello es indudable la existencia de mujeres gladiadoras.
Las luchas de mujeres gladiadoras fueron definitivamente prohibidas en el año 200 por el emperador Septimio Severo.
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