En muchos balcones y ventanas hemos visto colgar unas pequeñas campanas que agitadas por el viento producen un sonido casi hipnótico. El badajo golpea las esfera a mayor o menor velocidad según la intensidad y la fuerza de la brisa. ¿Cuál es su origen? ¿Tienen algún significado especial? Como otros curiosos objetos y costumbres que te hemos presentado y que nos llegan desde Japón, en esta ocasión te traemos las Fuurin, las campanillas de los deseos.
Las Fuurin, las campanillas de los deseos
El origen de las Fuurin se encuentra realmente en China. Allí se utilizaban en los campos de bambú para saber la dirección en que soplaba el viento y su fuerza. Unos monjes budistas japoneses que viajaron a China las trajeron consigo y se convirtieran rápidamente en una elemento tradicional en los hogares de su país. Su nombre se puede traducir como «campanillas de viento». Primero fueron colgadas de las cuatro esquinas de los templos para ahuyentar los malos espíritus y para que con su armonioso y agradable sonido atrajeran la paz. Poco a poco se extendió la idea de que allá donde se escuchaba el tintineo melodioso de las pequeñas campanas de viento, no ocurría ninguna desgracia. Siguiendo esta premisa, los japoneses las colocaron en sus hogares.
Las primeras estaban hechas de metal muy fino o de cerámica. Más tarde se hicieron de cristal, que son las más vistosas y coloridas. Del final del badajo cuelga un papel con un deseo o con una frase positiva. El viento mueve el papel y el pequeño badajo golpea las paredes de la campana repartiendo por el aire ese sonido que para los japoneses siempre trasmite buenas sensaciones.
El momento de colocarlas en puertas, ventanas y balcones es en la primavera y a principios de verano. En esa época es cuando empieza a soplar una agradable brisa que moverá las fuurin. Suelen ser de colores que recuerden el frescor del aire y el agua en primavera. Utilizan especialmente verdes y azules. El tono musical que producen depende del material de que están hechas, del grosor de las paredes, del tipo y largo del badajo, etc…
En otras culturas antiguas también se usaron campanillas semejantes. En el Imperio Romano se utilizaron unas muy similares conocidas como «tintinnabulum». Creían que alejaban a los malos espíritus y atraían la buena suerte, por eso, solían tener forma de falo (símbolo de buena fortuna) al que se añadían alas y pezuñas de algún animal.
Además de en Asia, actualmente podemos encontrar campanillas de viento o fuurin en todo el mundo y de formas muy diversas, eso sí, siempre como un elemento positivo que, entre otras disciplinas, integra el Feng Shui. Si quieres saber más sobre Japón, quizá quieras leer el artículo 12 cosas que encontrarás SÓLO en Japón.
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