A veces, podemos sorprender a alguien sumido en una profunda discusión consigo mismo. Algo que provoca un cierto rubor, ya que desde antaño ha sido un catalogado como uno de los síntomas clásicos de la locura. ¿Es realmente síntoma de locura hablar solo? ¿Qué opina la ciencia de hoy en día sobre esta costumbre?
La ciencia desmitifica la costumbre de hablar solo
En primer lugar deberíamos revisar el motivo de que nos avergüence admitir que hablamos solo. ¿Dónde está el origen de esta idea, de que hablar solo es típico de alguien que no está del todo cuerdo? Este concepto nace de la relación que existe entre este hábito y la demencia, ya que en ciertas enfermedades mentales el individuo que experimenta alucinaciones auditivas puede ser encontrado hablando solo en voz alta, para responder a las voces que oye en su cabeza. En ese caso, cabe subrayar, el paciente no está hablando consigo mismo, sino que en realidad está comunicándose con otra “persona” que sólo existe en su mente, hecho que sí supondría que padece un trastorno mental.
Como destacábamos, el que parezca que hablas solo porque te estás dirigiendo a un ser producto de tu mente es completamente distinto a comunicarte de verdad contigo mismo. Es diferente de lo que llamamos Diálogo Interior, que no es otra cosa que expresar nuestros propios pensamientos, propósitos o inquietudes en voz alta. Una costumbre que adquirimos en la infancia cuando empezamos a desarrollar el lenguaje y en juegos repetimos frases que hemos oído a los adultos para interiorizar su significado. Según el psicólogo suizo Jean Piaget el hablar en voz alta es un modo de controlar nuestras acciones.
Con la edad adulta este hábito no desaparece, sino que evoluciona haciendo estos discursos de un modo más íntimo, en nuestro pensamiento, aunque a menudo podemos hacerlo en voz alta para ayudarnos a mantener la concentración en lo que estamos haciendo, para planificar las acciones futuras, etc. Obteniendo así mejores resultados, como ha demostrado un reciente experimento llevado a cabo en la Universidad de Bangor, por Alexander Kirkham. Este estaba dirigido a 28 participantes que debían completar una serie de tareas para las que se les dieron indicaciones por escrito. A unos se les pidió que las realizaran mientras recitaban las indicaciones en voz alta, al resto que lo hicieran sin expresarse. Como era de esperar, aquellos que siguieron las indicaciones recitándolas en voz alta concluyeron la prueba con mejores resultados.
Un resultado muy previsible para los entrenadores deportivos, que recomiendan el Diálogo Interior, también expresado en voz alta, a sus deportistas para aumentar su autoestima y mejorar el rendimiento. Es más, se ha comprobado que, utilizado de forma positiva, mejora la memoria, aumenta la concentración, organización de tareas y previsión de resultados, además de ayudar a modular las emociones; de hecho, las personas con autismo tienen dificultades para establecer ese Diálogo Interior. De algún modo, implica una relación social consigo mismos que no les resulta fácil.
Queda claro que hablar solos no es cosa de locos, sino de personas que buscan concentrarse y ordenar sus ideas. ¿Eres de los que suelen hablar en voz alta para sí mismos? ¡Bien hecho!
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