En la historia del antiguo Egipto existen muchas figuras que resultan en extremo interesantes y misteriosas, pero entre ellas destaca una mujer que se atrevió a desafiar los roles de género y el status quo de su tiempo para convertirse en faraona.
Se trata de la reina Hatshepsut, una brillante líder que a pesar de todos sus logros no carecía de detractores y cuya memoria, años después de su muerte, intentaron eliminar su nombre de los anales de la historia.
Hatshepsut, la faraona que quisieron borrar de la historia
Esta reina vivió durante el Siglo XV a.C y fue la quinta gobernante de la Dinastía XVIII. Primogénita del faraón Tutmosis, quien además de Hatshepsut tuvo otros hijos legítimos, de los cuales Neferubity fue la única en sobrevivir, e hijos que resultaron de su unión con las concubinas reales, uno de los cuales sería el futuro Tutmosis II.
Hatshepsut gobernó Egipto con excepcional temple durante 22 años con increíble efectividad, como demuestran sus numerosos logros comerciales, avances de infraestructura y exitosas campañas militares, aunque también con momentos duros como la lucha de poder y enfrentamientos con sus enemigos. No obstante, fue tras muerte que sufriría lo que quizás puede ser considerado como el peor ataque: el intento de eliminar su nombre completamente de la historia y que su gente olvidara sus hazañas.
Alguien decidió, veinte años después de su fallecimiento, tomar un cincel y borrar su nombre e imagen de todos los monumentos que la mencionaban y exaltaban, ejecutando un damnatio memoriae.
La Dinastía XVIII, a la que perteneció Hatshepsut, es la de los tutmósidas, la primera del período del Reino Nuevo de Egipto, una era de mucha prosperidad, avances comerciales y diplomáticos para la región.
Aunque antes de su prematura muerte, Tutmosis I nombró a Hatshepsut como su heredera, fue su medio hermano Tutmosis II quien, apoyado por el arquitecto real Ineni, se hizo con el poder y se sentó en el trono.
Fue así como Hatshepsut debió conformarse con el rol de Gran Esposa Real al contraer matrimonio con Tutmosis II. No obstante, Hatshapsut no tuvo que soportar esta situación por mucho tiempo pues su esposo y rey murió jóven.
Repitiendo la historia de sus padres, de esta unión solo quedó una hija, Neferure, mientras que los hijos varones resultaron de las relaciones de Tutmosis II con sus concubinas. El arquitecto Ineni eligió a uno de ellos para que contrajera matrimonio con Neferure y se convirtiera en Tutmosis III.
Entonces, Hetshepsut aprovechó la corta edad del heredero del trono y se hizo regente. Tras lograr expulsar a Ineni del poder, después de siete años como regente, organizó un golpe de Estado y se proclamó faraona, en un tiempo en el que, aunque era legal, no era bien visto el liderazgo de una mujer porque perturbaba algunas creencias esenciales egipcias, como la idea de que el faraón era la personificación del dios masculino Horus.
Cambió su nombre a Maatkare Hatshepsut y comenzó a ejercer su poder como faraón exhibiendo todos los atributos tradicionalmente asociados con esa posición, como la barba postiza y el tocado nemes. Incluso insistió en conservar los epítetos reales masculinos de Rey del Alto y el Bajo Egipto y Señor de las Dos Tierras.
Durante dos décadas, Hatshepsut gobernó Egipto cojuntamente con Tutmosis III, aunque era ella quien realmente llevaba las riendas del reino con gran éxito. Sin embargo, hacia el final de su reinado, Hatshepsut fue perdiendo poder a medida que Tutmosis III se hacía más fuerte. Eventualmente, sus seguidores la abandonaron y la reina murió sola en su palacio de Tebas.
Sospechas de un asesinato orquestrado por Tutmosis III surgieron, pero todo indica a que Hatshepsut murió de causas naturales.
Los historiadores descartan ahora que Tutmosis III haya buscado vengarse de Hatshepsut condenándole al olvido, sino que argumentan que fue para socavar la influencia de la poderosa familia de Hatshepsut y poder legitimar su ascendencia al poder.