¿Melville? Claro, de inmediato debes haber pensado en un capitán enloquecido intentando arponear una ballena blanca. Y es que Moby Dyck, publicada en 1851, con su extraordinaria historia opacó el resto de la vida y obra de este autor norteamericano cuya vida fue tan apasionante como sus libros, especialmente durante su juventud.
Algo menos sabido es que durante muchos años la obra más famosa de Melville nada tuvo que ver con el capitán Ahab y el cachalote blanco, sino con un relato de sus aventuras juveniles en las islas Marquesas.
El paraíso está en la Polinesia
Desde la llegada de los primeros europeos a este conjunto de islas y archipiélagos del Pacífico que abarca una superficie aproximada de 30 millones de kilómetros cuadrados, la combinación de aguas cálidas y transparentes con caníbales y mujeres hermosas y complacientes se convirtió en uno de los grandes ensueños de Occidente, un lugar para escapar de los convenciones sociales y para entregarse a toda clase de delicias. Esta visión fue potenciada por la visita de escritores y pintores, entre los que destacan Herman Melville y el artista francés Paul Gauguin.
Cada uno de ellos necesita un trato particular y en este texto nos concentraremos en el joven tripulante de un ballenero, y su encuentro en 1841 con la isla de Nuku-hiba, una de las islas Marquesas.
Melville (1819-1891), de 22 años, era parte de la tripulación del Acushnet, un ballenero estadounidense que para el momento de llegar a Nuku-hiba tenía seis meses navegando. El primer impacto lo recibió al ver hermosas mujeres nadando y subiendo al barco, seguido por una orgía que sacudió el espíritu del joven.
Mientras las mujeres de la isla se apoderaban de los hombres del ballenero, un grupo de barcos militares franceses se apoderaban del archipiélago. La Polinesia se encontraba en medio de un festín imperialista en el que participaban todas las viejas potencias europeas y una nueva, Estados Unidos.
Herman y otro marinero, llamado Toby, aprovecharon el desembarco en la isla para desertar y se ocultaron en un valle donde todavía los nativos conservaban sus costumbres y se habían mantenido alejados de los blancos. El valle se llamaba Typee, y estaba habitado por supuestos caníbales.
Typee, o el infierno llegando de Occidente
En 1846, de regreso de una vida aventurera en los Mares del Sur, Melville decidió narrar su aventura en las Marquesas en su primer libro, Typee, en el que cuenta su experiencia con los nativos de este valle, con los que convivió durante cuatro meses y cuyas costumbres describió, dejando entrever que sí practicaban el canibalismo, aunque intentaron ocultárselo todo el tiempo que permaneció con ellos.
Es considerada la primera novela de los Mares del Sur y fue un éxito inmediato. Hasta los años treinta del siglo pasado Melville fue más conocido por esta novela que por Moby Dick, y vale la pena destacar que en su relato Melville recalcó que más pernicioso que el canibalismo de los isleños era la codicia de las potencias occidentales, que se estaban repartiendo el paraíso mientras lo llenaban de enfermedades venéreas, misioneros, servidumbre forzada y otras “ventajas” de la civilización.
Es un libro que vale la pena leer, así como otros que pueden cambiarte tu visión del mundo.