Las excentricidades de los millonarios han dado mucho que hablar a lo largo de la historia. Coches, yates, joyas…y otras «minucias» que únicamente ellos pueden costearse, pero algunos enferman como le ocurrió a Hetty Green, de la que ya te hablamos en Supercurioso y que se convirtió en la millonaria más tacaña de la que se tiene constancia. En esta ocasión os traemos la terrible historia de los hermanos Collyer, víctimas del Síndrome de Diógenes.
Los hermanos Collyer, víctimas del Síndrome de Diógenes
Los hermanos Collyer no eran exactamente millonarios pero si tenían en su cuenta una considerable fortuna. Homer y Langley Collyer nacieron en Nueva York en 1881 y 1884 respectivamente. Estudiaron en la Universidad de Columbia y se graduaron en derecho marítimo y en ingeniería química pero ejercieron sus profesiones durante poco tiempo ya que el dinero heredado de sus padres les permitió vivir de rentas sin hacerlo.
Su padre, médico, ya era considerado un excéntrico, pues se trasladaba a trabajar al hospital, en el que pasaba consulta un par de días a la semana, remando en una canoa. El Dr. Collyer compró una casa en la Quinta Avenida, esquina con la calle 128, a la que se trasladó la familia. Años más tarde el matrimonio se separó y en el edificio de ladrillo rojo quedaron viviendo la mujer con sus hijos, que nunca se casaron. En 1923 murió el padre y en 1929 la madre, dejando a Homer y Langley todos sus bienes.
En la casa de la Quinta Avenida es donde se desarrolló la tragedia. Los hermanos se convirtieron en «acumuladores convulsivos» y llegaron a amontonar en los cuatro pisos de su casa más de 200 toneladas de objetos y escombros. Cuatro años después de la muerte de la madre Homer perdió la vista y Langley se dedicó a cuidarlo, siendo el único que salía a la calle. Su casa estaba en el barrio de Harlem y debido a la pobreza durante la época de la depresión, varias personas habían intentado entrar a robar. Los hermanos empezaron a acumular libros, diarios y todo aquello que se les ocurría que podían necesitar. Tapiaron la mayoría de ventanas y puertas y fabricaron trampas por toda la casa para atrapar intrusos.
El 21 de marzo de 1947 la policía intentó entrar en la casa avisada por los vecinos ya que hacía mucho tiempo que no veían a ninguno de los dos hermanos. Fue imposible franquear la entrada y las ventanas se encontraban taponadas por montañas de periódicos por lo que los bomberos tuvieron que entrar por la azotea. Después de 6 horas encontraron el cuerpo sin vida de Homer sentado en un sillón. No hallaron al otro hermano hasta 18 días después, tal era la cantidad de objetos acumulados. Tuvieron que mover 136 toneladas de material para encontrarlo y eso que estaba a pocos metros del primero. Langley había fallecido aplastado por un derrumbe cuando intentaba acudir al lado de su hermano que en ese momento estaba ciego y paralítico. Homer había fallecido de hambre y sed.
Entre las cosas que sacaron de la casa había más de 190.000 diarios, numerosos instrumentos musicales incluidos varios pianos de cola, varias máquinas de rayos X de su padre, miles de libros y discos, paraguas, máquinas de coser y también motores de coche. El caso de los hermanos Collyer, en medicina, dio nombre a un síndrome muy similar al de Diógenes y es un ejemplo típico de trastorno obsesivo-compulsivo. Las propiedades de los hermanos pasaron a manos de la ciudad de Nueva York y en el lugar que ocupó su casa existe un parque en su memoria.
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