Imagina cómo era el mundo del comercio antes del origen del código de barras… decenas, cientos e incluso miles de productos, cuyo inventario era una tarea absolutamente artesanal. La creación de este sistema revolucionó las industrias y el mundo entero, permitiendo incluir cientos de datos en productos, que se leen mediante un escáner. En efecto, este elemento que ya forma parte de nuestra cotidianidad, se ha convertido en un ícono de la industrialización. Hoy en Supercurioso nos hemos animado a investigar en esas cosas de nuestro día a día a las que estamos adaptados, pero no siempre prestamos suficiente atención. Acompáñanos a conocer la historia del código de barras.
¿Qué es el código de barras?
Antes de hablar del origen del código de barras, es necesario que tengamos en claro cuál es su concepto. Se trata de un código que se basa en la representación de un conjunto de líneas paralelas de diferente espaciado y grosor, que en su conjunto reúnen una serie de datos, de información relativa a las características del producto o artículo en el que se encuentra. Si piensas por instante, te darás cuenta de que en todos los productos que forman parte de tu día a día, encuentras este elemento. Pero no siempre fue así. La revolución en la forma de inventariar artículos empezó a principios de los años treinta.
1. El origen del código de barras
Como te comentábamos, la historia del código de barras da sus primeros pasos a principios de 1930, como un proyecto de universidad. Un grupo de chicos encabezados por Wallace Flint de la Universidad de Harvard de Administración de Empresas, pensaron que ya era hora de agilizar un poco el modo en que se identificaba las mercancías en las empresas. El objetivo era actualizar el modelo vigente, mediante un sistema de tarjetas perforadas que correspondían a su vez a un catálogo. Estas tarjetas perforadas se pasaban luego a una especie de rudimentario lector que indicaba de forma automática el lugar exacto en el que esas mercancías se encontraban en el almacén. Muy práctico. Sería este formato el primer avance en la evolución del código de barras, pero su versión moderna no llegó sino cerca de dos décadas después.
2. La evolución en la historia del código de barras
La historia del código de barras moderno comenzó a desarrollarse como tal en 1948. Fue otro estudiante, Bernard Silver, quién formando parte del Instituto de Tecnología de Drexel en Filadelfia, pensó que debía afinarse el sistema adecuado para leer automáticamente la información de los productos. Hacerlo más rápido, más completo, más manejable y fácil. Tuvo una idea y se la comentó a Norman Joseph Woodland, otro estudiante de veintisiete años de edad y profesor de postgrado en Drexel. Ambos empezaron a trabajar juntos en ese proyecto de inmediato. Intuían sin duda algo «grande».
Lo primero que idearon como punto de partida del origen del código de barras moderno, era una especie de patrones con tinta que brillaba bajo la luz ultravioleta. Pero el problema estaba en que la tinta se borraba enseguida y además resultaba algo caro para imprimir los patrones. Pero tanto Woodland como Silver se empeñaron en no rendirse y trabajar mucho más en la idea. Dejaron la universidad y se fueron a vivir al apartamento del abuelo de uno de ellos, para dedicarse por completo al tema, encerrados durante meses para lograr lo que buscaban.
El 20 de octubre de 1949 ocurriría el gran hito en la historia del código de barras: Woodland y Silver presentaron una solicitud de patente titulada “Aparato y método de clasificación». Ahí estaba, era el primero de la historia, pero eso sí, era algo parecido a un Ojo de Buey, formado por círculos concéntricos. Se trataba de una especie de patrón de cuatro líneas blancas sobre un fondo oscuro, que permitía siete diferentes clasificaciones para un mismo artículo. Los dos inventores sabían que cabía la posibilidad de añadir hasta diez líneas, de modo que podrían darse así hasta 1023 clasificaciones. Era sin duda el principio de una gran historia, de algo cotidiano e imprescindible para todos nosotros. Lamentablemente, Silver murió de un accidente de coche a los 38 años, sin llegar a ver y disfrutar del gran el uso comercial del código de barras.
3. ¿Cómo funciona este código?
Ya hemos profundizado en la historia del código de barras y en cómo ha venido evolucionando desde aquellos primeros pasos en la década de 1930, hasta nuestros días, casi un siglo después. Pero, ¿Sabemos cómo es el funcionamiento de este sistema? Pues te contamos que se trata de una verdadera genialidad. Facilita la actividad comercial entre los fabricantes y distribuidores, sin aportar ningún dato a los consumidores finales. En este sentido, su utilidad se condensa en llevar el control de inventarios, cargas y descargas de mercancía, la reducción en los tiempos de atención en ventas, entre otros.
Los datos que son almacenados en su conjunto de barras, letras y números, son de fácil, precisa y rápida lectura. Ahora bien, la historia del código de barras moderno ha mantenido un funcionamiento similar. Este sistema opera de manera parecida a como lo hace una linterna común. Se lee la luz que se refleja en una superficie. El proceso de lectura de un código de barras comienza con un dispositivo que emite un rayo de luz directa sobre ese código. A través de un sensor, se detecta la luz reflejada y es convertida en energía eléctrica. El resultado es una señal eléctrica que puede ser interpretada y convertida en datos.
Desde el origen del código de barras en su versión moderna, la lectura se ha mantenido de manera similar. Los códigos de barras son medidos en proporción a la barra más delgada y en miles, o 1/1000 de pulgada. Además de ello, en su diseño se incluyen zonas silenciosas o espacios en blanco, que garantizan que la lectura se haga sin errores.
Y tú, ¿Conocías el origen del código de barras? ¿Sabías que, al igual que el gigante Facebook, había sido un proyecto que nació en el seno de las aulas universitarias? Si te interesa este tema, disfruta de esta selección de los más icónicos inventos de la revolución industrial. Y si lo que quieres es navegar en las ingeniosas mentes de los inventores más brillantes, no te pierdas esta selección de las más lúcidas frases de Thomas Edison.