Estamos en un escenario paradisíaco: en Birmania, justo en la República de Myanmar. El mar aquí tiene ese azul traslúcido donde uno puede ver el reflejo de las estrella durante la noche y el fondo oceánico durante el día.
Aquí la vida es muy sencilla, en especial para los Moken, un grupo social de seminómadas que subsisten desde la antigüedad con todo aquello que el mar, tiene a bien de ofrecerles. Para conseguir el marisco con el que alimentarse, practican la inmersión a «pulmón» de forma natural y sin ninguna ayuda artificial, pudiendo llegar incluso hasta los 23 metros de profundidad según nos revelan algunos antropólogos y fotógrafos.
Ahora bien, esta forma de vida tan especial ha hecho que los niños de las nuevas generaciones hayan desarrollado un «matiz» especial que les permite practicar esta pesca submarina de forma más efectiva: sus ojos parecen estar ya más que preparados para adaptarse al agua. Su visión es perfecta, sus pupilas se adaptan al medio acuático con una efectividad similar a la de los delfines.
Una maravilla que asombra a científicos de todo el mundo y que deseamos compartir contigo en Supercurioso. ¿Nos acompañas?
El increíble poder de los «niños-delfín» del mar de Andaman
Imagina la vida de un pueblo que pasa entre 6 y 7 horas al día en el agua. Sus casas flotantes y sus barcazas son los medios que les permiten ir de aquí y allá en busca de bancos de pesca y ese marisco rico en nutrientes que les permite subsistir.
Los antropólogos los llaman «los gitanos del mar» y llama la atención ante todo la chispa de esos rostros puros que irradian vitalidad y esa felicidad que emana de la vida más sencilla y libre que podamos imaginar. Tanto es así que incluso la propia genética está jugando a su favor para que su cuerpos y sus sentidos se adapten cada vez mejor a ese medio en el que habitan.
Los niños tienen una visión perfecta debajo del agua. El rumor popular corría ya de país en país, hasta que finalmente, la Universidad de Lund de Suecia, quiso investigarlo en persona. No obstante, cuando llegaron a la costa de Myanmar se dieron cuenta que no eran los únicos interesados en esta particularidad. Científicos de diversos universidades de China estaban allí para sacar datos objetivos de los pequeños Moken.
Estos fueron los datos que obtuvieron:
- Los niños descendían hasta el fondo del mar para coger un tipo de almejas de color marrón, las cuales, diferenciaban a la perfección de piedras de la misma tonalidad donde estos moluscos se camuflaban.
- Se efectuaron diversas pruebas ópticas a estos chicos que más tarde, se contrastaron con niños europeos de las mismas edades. Las conclusiones se publicaron en la revista «Current Biology«, ahí donde se demostró que a pesar de que no existían diferencias en las estructuras del ojos, la agudeza de los niños Moken era muy superior (más del doble, de hecho) a los niños europeos.
- Se descubrió también que cuando estos «gitanos del mar» bucean, las pupilas de los niños moken se contraen, mientras que los niños europeos no ocurre lo mismo, sino todo lo contrario.
- Para los expertos es todo un desafío, y el misterio de esa visión perfecta reside ante todo en esas pupilas que aún no se sabe si los niños llegan a contraer de forma consciente o inconsciente dependiendo del estímulo en el que se están fijando.
Ahora bien, hay dato aún más importante que debemos tener en cuenta. Esta visión maravillosa y perfecta solo equiparable a la de un delfín, se pierde definitivamente cuando los muchachos llegan a la edad adulta. ¿La razón? Con los años el cristalino deha de tener flexibilidad, momento en que ese chico o chica tiene la misma agudeza visual que cualquiera de nosotros.
Es por ello que el pueblo de los Moken prefiere que sean siempre los niños los que se sumerjan en busca de ese marisco más selecto. Lo consiguen en pocos segundos y de forma precisa. Algo asombroso que, tal y como nos dicen los científicos, aún requiere de más análisis y pruebas para llegar a comprender esta facultad de forma más precisa.
Estaremos pendientes. Mientras, y si te ha gustado este artículo, te invitamos a recordar la historia de los niños rubios de la isla Salomón.