En Supercurioso te hablamos una vez de Hatseput, la Reina de Egipto, una mujer que gobernó mejor que muchos de los hombres que la precedieron y sucedieron, a pesar de encontrarse en una época tremendamente dura para las féminas. En esta ocasión queremos que conozcas a otra reina cuya valentía no tampoco te dejará indiferente.
Diez años antes del gran salto que inauguró la larga presencia árabe en la península ibérica se desarrolló una historia trágica y legendaria en el norte de África, protagonizada por una mujer, Dihya al Kahina, y el ejército de los omeya que intentaba islamizar y conquistar el Magreb, como en efecto hizo entre el 642 y el 704 de nuestra era.
Bizantinos, bereberes y árabes
El Magreb deriva de una voz árabe que significa “poniente” y estaba conformado por los territorios que hoy en día ocupan Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania. En el siglo VII d.C., era dominio del imperio bizantino, controlado desde la antigua Cartago y sometido a la presión del califato omeya de Damasco, por un lado, y por el otro a la insumisión de las tribus bereberes, que nunca aceptaron de buena gana al imperio romano.
El bereber es una etnia que se encontraba extendida por todo el norte de África, desde Egipto hasta las islas Canarias, conformados por tribus independientes que llegaron a unirse para enfrentar la expansión musulmana hacia occidente que había comenzado en el 642. Alrededor del 680 los pueblos de la Berberia oriental y central se habían unido en torno a un líder, Kusaila, que derrota al ejército árabe y lo hace retroceder, pero muere en el 688 y es aquí cuando entra nuestra hechicera.
La reina “hechicera”
El liderazgo de los bereberes es asumido por una mujer, Dihya al Kahina, reina de la tribu bereber de los Yarawa o Jarawa, un pueblo de las montañas Awras o Aurés, en la actual Argelia, del que se ha dicho era de procedencia judía, aunque las últimas investigaciones apuntan a que se trataba de un grupo cristiano.
Los historiadores árabes destacan que se trataba de una mujer muy hermosa en su juventud, que se hace cargo de su tribu al enviudar, así como se hace cargo de la resistencia contra los árabes al morir Kusaila. En torno a su viudez se cuenta que aceptó casarse con el tirano de su pueblo y le dio muerte la noche de bodas. También se le atribuyó el don de adivinar el futuro, y por eso su nombre: al Kahina, “la sacerdotisa” o “hechicera”.
Las batallas de Kahina
Kahina enfrentó a los árabes en la batalla de Wadi Miskiana (“río del desastre”, actual Oum el Bouagui, en Argelia), acaecida entre el 696 y el 698, encabezando un ejército bereber a lomos de dromedarios y caballos que derrotó y dispersó las tropas invasoras y obligó al gobernador árabe Hassan Ibn al-Nu’man a retirarse del territorio.
Al gobernador le tomó varios años reconstruir su ejército y no fue sino hasta el 701, aproximadamente, cuando un nuevo ejército árabe, de nuevo al mando de Hassan Ibn al-Nu’man, derrota definitivamente a Kahina y las tropas de la confederación bereber, en algún lugar entre Setif y Tobna (Argelia), batalla en la que también pierde la vida la reina, como seguramente ya habría previsto.
Los tres hijos de la reina
Kahina tuvo tres hijos: el padre del primero fue un griego cristiano, el segundo de un bereber y el tercero fue un guerrero árabe que adoptó luego de haber sido capturado. La leyenda señala que previendo su final solicitó al califa Abd al-Malik un acuerdo de paz y que no dejase de lado su descendencia.
No hay consenso en torno a la muerte de la reina: por un lado se dice que murió en batalla, otras versiones señalan que se suicidó y otras que fue capturada y decapitada. En lo que todos coinciden es en que el sobreviviente ejército bereber se incorporó al islam, posiblemente al mando del hijo árabe de Kahina. Lo que no deja de ser una ironía histórica, en caso de ser cierto.
Si te ha gustado este artículo, puede que te interese conocer a la bella y enigmática Nefertiti.