Los kamikaze fueron una unidad especial de la fuerza aérea japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, cuyo nombre se ha convertido en sinónimo de cualquier ataque terrorista en el que el responsable sea un suicida, sin importar el medio que utilice para su trágico objetivo; te hablamos de ellos, de los que quizás haya varias cosas curiosas que desconozcas y que te comentamos a continuación.
Kamikaze. ¿Qué sabes de ellos? No todos eran voluntarios
Algo que no debería sorprendernos, porque ha pasado con frecuencia en los encuentros de Occidente con otras culturas, es que el apelativo de kamikaze fue resultado de un error de los traductores estadounidenses, pues los nipones no llamaban a sus pilotos suicidas de esta manera (aunque la palabra exista en japonés y se traduzca como “viento divino”), sino Grupo Especial de Ataque Shinpū, que se abreviaba como tokkōtai, y que inicialmente estuvo conformado por aviones cazas Zero, cargados con una bomba de 250 kilogramos.
Los pilotos de estos aviones debían estrellarse contra barcos estadounidenses, especialmente portaaviones, para hundirlos e inutilizarlos, muriendo lógicamente en el acto. Por esta acción, y gracias a una muerte gloriosa, pasaban a convertirse en Eirei, “Espíritus Guardianes” del país y del emperador, y a ser homenajeados en el santuario Yasukuni, el único templo donde se deificaba a hombres comunes (en principio, sólo la familia imperial era considerada de origen divino).
El grupo Shinpū, o kamikaze, se creó cuando los vientos de la guerra en el Pacífico cambiaron de dirección y comenzaron a favorecer a los norteamericanos, obligando a los japoneses a retroceder con grandes pérdidas, mientras los aliados aumentaban su número de barcos, aviones y tropas. Tecnológicamente los aviones estadounidenses eran superiores a los aviones nipones, y los mejores pilotos de este país murieron en los dos primeros años del conflicto, por lo que se consideró la idea de los ataques suicidas.
Inicialmente los primeros pilotos kamikaze fueron voluntarios, pero a pesar de una intensa campaña en toda la sociedad japonesa, especialmente en las escuelas, los siguientes miembros de este grupo singular llegaron allí obedeciendo órdenes, como ha quedado registrado en algunos testimonios escritos, y por declaraciones realizadas por integrantes del grupo que no llegaron a morir.
Takehiko Ena, un piloto kamikaze que sobrevivió gracias a que los aviones que le fueron asignados presentaron fallas técnicas, cuenta, cuando supo que había sido asignado al grupo tokkōtai:
Sentí que la sangre me subía a la cara. Los otros pilotos me felicitaron y se felicitaron entre ellos cuando llegó la orden de atacar. Suena extraño ahora, ya que no había nada que celebrar. En la superficie, lo estábamos haciendo por nuestro país, y nos decíamos que habíamos sido elegidos para hacer este sacrificio. Pero sólo quería proteger al padre y a la madre que amaba. Y estábamos todos asustados.
Tampoco todo el alto mando japonés estuvo de acuerdo con la estrategia suicida, pues consideraban un desperdicio entrenar pilotos para luego sacrificarlos en una sola misión, y sin poder evaluar los resultados, porque el único testigo estaría muerto. Sin embargo, las operaciones kamikaze se hicieron más frecuentes a medida que avanzaba la guerra, y se calcula que murieron 2.500 pilotos japoneses, hundiendo unos 49 barcos, entre los que destacan 3 portaaviones y 14 destructores.
A medida que avanzaba la guerra, los aliados implementaron tácticas para contrarrestar los ataques y cada vez se hizo más claro que la derrota del imperio del sol naciente era inevitable, quizás en parte por la misma filosofía que inspiró los kamikaze, y cuya contraparte exitosa podría ser representada por aquella célebre frase del general Patton: “Yo no quiero que mis soldados mueran por su patria, sino que consigan que el mayor número de enemigos mueran por la suya”.
¿Conoces algo más sobre los kamikaze, los pilotos suicidas? Si es así, compártelo con nosotros, y lee los sugerentes y retorcidos tickets de rendición de la Segunda Guerra Mundial.