A lo largo de la historia han aparecido unas cuantas espadas legendarias, que han llegado incluso a superar la fama del caballero que las empuña. Ejemplo de ello podemos encontrar en la poderosa Excalibur. Pero en la historia de la espada de Damocles nos topamos con un fragmento del pasado que ha dado pie a una expresión cotidiana que seguramente habrás escuchado más de una vez: «Tiene la espada de Damocles pendiendo de su cabeza.» ¿Te suena familiar? ¿Te has preguntado de donde procede? Pues hoy en Supercurioso nos hemos dispuesto a revelarte la leyenda de la espada de Damocles, que da lugar al popular refrán, y que al parecer se atribuye a Timeo de Tauromenio entre el siglo IV y III a.C. ¿Estás listo para conocerla? ¡Acompáñanos!
El contexto de la historia de la espada de Damocles
La expresión «Estar bajo la espada de Damocles» tiene una implicación directa en nuestra modernidad. Se refiere a la fragilidad que pueden y en efecto suelen tener las posiciones de poder, en las que los panoramas pueden cambiar de un día para el otro. También es interpretada por algunos como una referencia a que la felicidad es siempre pasajera. Pero, ¿Qué hay detrás de la leyenda de la espada de Damocles? ¿En dónde se origina el simbolismo de este curioso refrán?
Pongámonos en contexto: estamos en Siracusa, siglo IV a.C. Damocles era un cortesano más que vivía en el palacio de Dionisio II, el tirano y autoritario rey que en aquel momento gobernaba el país. ¿Y a qué se dedicaba este personaje? Pues Damocles hacía lo mismo que el resto de cortesanos, es decir, halagar y agasajar a su monarca con la esperanza de que algún día elevara su posición dentro de la corte, ganando así algo más de poder. Hasta que un día, sus alabanzas fueron quizá demasiado descaradas, denotando ya más envidia que sincera admiración.
¿Cuál es la leyenda de la espada de Damocles?
La leyenda de la espada de Damocles se materializa cuando también se hace realidad una lejana y soñada fantasía para el cortesano. Experto en adulaciones, ponía en práctica su verborragia para halagar al rey de la siguiente manera: «Como hombre de poder y autoridad rodeado de magnificencia, es su majestad, un hombre verdaderamente afortunado». A esto, y al parecer no en absoluto acuerdo, el monarca respondió: Dado que esta vida te deslumbra, Damocles… ¿Te gustaría saborearla tú mismo durante un día para así juzgar la realidad de tus palabras? ¿Y qué dijo el bueno de Damocles? ¡Desde luego, no lo dudó ni un segundo!
Y en efecto, al día siguiente, cuando Damocles se despertó, ocupaba ya la posición del monarca. De un día para otro era un rey orgulloso, rodeado de lujos y placeres. Veía de pronto cómo todos los cortesanos lo atendían con total normalidad, como si siempre hubiera sido el único y verdadero monarca. Pero algo ocurría… Algo que Damocles no sabía muy bien cómo explicar. Tenía una sensación, como si hubiera algo que lo persiguiese. Miró hacia arriba y ahí estaba. ¿Cómo podía ser? ¿Qué era aquello? Era una espada, una espada magnífica y amenazante que pendía sobre su cabeza sosteniéndose solamente por la crin de un caballo, la que serviría para la posterior construcción de la leyenda de la espada de Damocles. En ese momento, el recién estrenado rey sufrió un ataque de pánico espantoso, ante el cual, Dionisio reaccionó calmándolo.
Damocles, aterrado, no pudo más que preguntarle a Dionisio la razón por la qué estaba aquella espada tan inmensa sobre su cabeza colgando a su vez de algo tan frágil. El rey le explicó con tranquilidad que aquella espada que podía ver, venía a simbolizar nada más y nada menos que al poder. Damocles lo deseaba, deseaba el poder porque le otorgaba un gran privilegio y una sensación de superioridad. Pero dicho poder, a su vez, estaba asociado a un riesgo, a una responsabilidad inmensa de la que debía ser consciente. Al menor fallo, al más mínimo traspié, le explicó el monarca, el castigo podía caer sobre él en forma de aquella pesada y afilada espada… No lo dudó. La historia de la espada de Damocles cuenta como al cortesano se le quitaron, como por arte de magia, todas las aspiraciones de realeza.
La moraleja de Cicerón para la historia
Si bien se considera que originariamente la historia de la espada de Damocles fue recogida por el historiador griego Timeo de Tauromenio, la versión que nos ha llegado es la de Cicerón. Ésta aparece en el Libro V de sus «Tusculanas». En ellas, Cicerón realiza ejercicios retóricos alrededor de distintos temas filosóficos, que giran alrededor de qué es lo necesario para ser «feliz» en la vida. Cicerón destaca: indiferencia a la muerte, capacidad de soportar el dolor, el alivio del duelo, resistir otras perturbaciones espirituales y, finalmente, decantarse por la virtud.
La leyenda de la espada de Damocles nos presenta a Dionisio como un rey despiadado, pero al mismo tiempo muy infeliz. Era capaz de gobernar a su pueblo y dirigir las acciones a que hubiese lugar, pero no tenía el afecto ni la consideración de sus súbditos, y ni siquiera de sus familiares. No confiaba en nadie, y temía que la muerte podía llegarle en cualquier momento. Entonces, la idea de Cicerón con el fomento a la leyenda de la espada de Damocles, era demostrar que temer a la muerte nos lleva a la desgracia y es mejor buscar un objetivo que seguir, como hicieron Platón o Arquímedes. De acuerdo con Cicerón, Arquímedes fue «feliz» porque no le preocupaba la muerte que, al final, nos llega a todos sea como sea.
Así, como ves, no existe sólo la lectura de que un gran poder implica un gran riesgo y despertar las envidias de personas que te querrán mal, sino también la que destaca que el temor a morir, a ser traicionado, a cosas que no controlas, no te aportará nada más que infelicidad. Si recordamos que Cicerón escribió las «Tusculanas» poco después de que falleciera su hija, podemos comprender su voluntad de vivir en paz, de superar el duelo y buscar un sentido a su existencia, que la hiciera más positiva.