El físico neoyorquino Richard Feynman afirmó en una ocasión, probablemente parafraseando un dicho taoísta: “Si usted piensa que ha entendido la mecánica cuántica es que no la ha entendido”; y aunque esto no sea completamente cierto para la mecánica cuántica, pues él mismo trató de revertir esta incomprensión a través de la divulgación científica, podría serlo en parte para el bosón de Higgs, también conocido como la partícula de Dios. En este artículo intentaremos un abordaje sencillo a este complejísimo asunto, que además podría constituir una amenaza para el universo.
¿Qué es la partícula de Dios? ¿Sabes que podría destruir el Universo?
A principios de los años 60 del siglo pasado, físicos de todo el mundo intentaban crear un modelo estándar de física de partículas, que describiera el comportamiento de estos elementos indivisibles que conforman los protones y neutrones, que junto a los electrones integran los átomos, que a su vez son la base de toda la materia. Pero había un problema: estas partículas elementales, conocidas como quarks, no son iguales en la cantidad de masa que poseen, y hay desproporciones entre algunas de ellas como las que podría haber entre una sardina y una ballena. Lógicamente, surgió la pregunta de qué era lo que determinaba la masa de las partículas.
En 1964 varios físicos plantearon teorías parecidas para explicar estas diferencias de masa entre distintos quarks, entre las que destacaba la del físico Peter Higgs, que propuso la existencia de un campo con el que interactuarían las partículas y que determinaría su masa. Este campo o mecanismo fue bautizado con el apellido del físico británico, y su manifestación más ínfima vendría a ser el bosón de Higgs, también conocido como la partícula de Dios.
El campo de Higgs se mantuvo en el rango de las teorías o las predicciones hasta que entre 2012 y 2013, y gracias al gran colisionador de hadrones del CERN (Suiza), se pudo comprobar la existencia de una partícula que se comportaría de acuerdo con todas las predicciones que se hicieron sobre el bosón de Higgs.
Como resultado de estos experimentos, Higgs y el físico François Engler recibieron el Premio Nobel de Física en octubre de 2013: “por el descubrimiento teórico de un mecanismo que contribuye a nuestro entendimiento del origen de la masa de las partículas subatómicas, y que recientemente fue confirmado gracias al descubrimiento de la predicha partícula fundamental, por los experimentos ATLAS y CMS en el Colisionador de Hadrones del CERN”.
¿Por qué bautizarla como la partícula de Dios? Más allá de que sin la existencia de este bosón no habría materia, el nombre surgió de una especie de malentendido. En 1993 el nobel de Física Leon Lederman, en conjunto con el divulgador científico Dick Teresi, publicó un libro sobre la historia de la física, titulado The God Particle: If the Universe is the Answer, What is the Question (La partícula de Dios: si el universo es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?); el título original del libro, que resultó un éxito editorial, propuesto por los autores fue The Goddamn Particle, “la maldita partícula”, por la enorme dificultad para confirmar su existencia, pero los editores insistieron en cambiar el nombre.
Tanto Peter Higgs, que no es creyente, como muchos físicos detestan este apelativo para el bosón, pues se presta a confusiones teológicas y es considerado un poco sensacionalista. En cambio, al célebre físico Stephen Hawking tal vez le guste esta denominación, ya que se ajustaría al panorama apocalíptico que ha sugerido en torno a esta partícula. Hawking y otros colegas postulan que el campo de Higgs, surgido al nacer el universo, podría estar sometido a una dinámica entre la intensidad del campo y la energía que necesita generar para mantenerse, y que esta dinámica podría derivar en un futuro muy, muy lejano, hacia una especie de burbuja de vacío cuántico que podría extenderse a la velocidad de la luz y acabar rápidamente con este universo. Claro que no sería un hecho inminente, ya que se necesitaría un colisionador del tamaño de la Tierra para generar esa cantidad extrema de energía. Para Hawking, sin embargo, el hallazgo de la partícula de Dios ha sido decepcionante, pues según él, “la física sería mucho más interesante si no se hubiese descubierto”.
Para físicos teóricos como Joseph Lykken, del Laboratorio Nacional del Acelerador Fermi, en Batavia (Illinois, Estados Unidos), podríamos encontrarnos en el límite entre un universo estable y uno inestable. Nuestro espacio-tiempo existiría al borde de una navaja.
¿Asustada/o por esta nueva versión del fin del mundo, es decir, del universo? No deberías, se trata sólo de una teoría (no sería la primera descartada por Hawking y otros físicos), y de algo que podría suceder en varios miles de millones de años. Y quizás seas tú, y cada uno de nosotros, esa elusiva e inquietante partícula de Dios.
Si te interesan estos temas, lee Persiguiendo al bosón de Higgs, para que entiendas mejor de qué se trata, y también qué es la antimateria.