¿Quién no ha sentido pereza alguna vez? Esa falta de ganas de trabajar, estudiar, ¡de hacer algo con tu vida! Es normal que a veces necesitemos descansar, estirar las piernas y no hacer absolutamente nada. No obstante, cuando esto se convierte en una constante y te cuesta ponerte a trabajar o asumir las responsabilidades de tu vida, puede ser un problema.
La pereza puede provocar depresión
La pereza puede llegar a deprimirnos. Sí, como lo lees. Dejarnos arrastrar por ella provocará que nuestra autoestima baje, que no nos sintamos personas productivas y que, poco a poco, nos sumamos en un estado depresivo. Pero, ¿por qué ocurre esto?
Pongamos un ejemplo más claro. Imagina, por un momento, que tienes como objetivo perder peso, pero la pereza hace acto de presencia y te invita a regalarte múltiples momentos de placer. Chocolates, bollos… y múltiples excusas: «he terminado de limpiar la casa me merezco un premio» o «he caminado media hora voy a darme un capricho».
La «no pereza» implica un esfuerzo del que intentamos escapar. Puede que disfrutes ese bollo o ese chocolate, pero ¿qué ocurrirá después? Te sentirás culpable porque sabes que habrá consecuencias. En este caso debes preguntarte si estás seguro de que quieres bajar de peso o prefieres ser feliz comiendo lo que te apetezca, sin sentirte culpable.
Este caso tiene fácil solución, pero ¿qué ocurre cuando la pereza provoca que no cumplamos con nuestro trabajo? Las consecuencias aquí serán bastante más graves. Un despido, la sensación de no avanzar, de estar estancados, de ser el que menos aporta en un grupo de trabajo…
¿Has escuchado alguna vez la frase de que «lo que cuesta vale la pena»? Es fácil abandonarnos al placer de no hacer nada, de no esforzarnos porque hacer todo lo contrario cuesta horrores. Eso es porque el resultado será mucho más gratificante. Te hará sentirte bien contigo mismo, realizado como persona y tu autoestima no se verá dañada. En cambio, si te rindes al placer a la primera de cambio, tu autoestima decaerá.
Llegará un momento en el que quieras levantarte de ese sofá en el que has estado tan cómodo y no puedas. Te costará mucho más hacerlo cuanto más tiempo pases rindiéndote a la pereza. Con la pereza no se logran sueños, no se consiguen objetivos, no se viven nuevas experiencias.
Todos nosotros tenemos la necesidad de progresar, aunque sea un poco, para darle sentido a nuestra vida. Si te rindes a la pereza, ¿qué es lo que te puede quedar? No permitas que la depresión entre en tu vida por algo que puedes cambiar, simplemente, cambiando el chip.
¿Empezamos a movernos y dejamos de vaguear?
Si te ha gustado este artículo, no te pierdas:
– 8 cosas que podrían indicar una depresión oculta
– 16 ideas para gestionar tu tiempo mejor. ¡Vuélvete más productivo!