Existe una leyenda que sobrevuela el barrio del Raval, en la ciudad de Barcelona. El nombre de su protagonista es Enriqueta Martí, más conocida como «La vampira del Raval». Su caso ocupó las portadas de todos los periódicos de la época y acabó pasando a la historia como secuestradora, proxeneta y asesina en serie de niños. En Supercurioso nos adentramos en uno de los episodios más macabros de la ciudad condal, que ha inspirado novelas, películas, obras de teatro… ¿Nos acompañas?

«La vampira del Raval»

Nos situamos en 1912, año en que el secuestro de una niña de cinco años llamada Teresita Guitart lleva a la detención de Enriqueta Martí. Una de sus vecinas avisó a la policía tras creer haber visto a la niña con el pelo rapado en el piso de Enriqueta, en el número 29 de la calle Ponent (actual Joaquín Costa). Durante los registros policiales en el piso, se encontró a otra menor y una serie de objetos espeluznantes. Según lo que decretaron, se dedicaba a elaborar ungüentos a partir de los flujos corporales de los niños para posteriormente venderlos a las más altas clases de la ciudad.

En el registro de otros dos pisos en los que había vivido con anterioridad, se encontraron restos humanos. Además, la investigación desveló que en el pasado había sido detenida por regentar un burdel donde se explotaban a niños de entre 3 y 14 años. Asimismo, gracias a sus contactos en la burguesía catalana, el juicio jamás llegó a celebrarse. Enriqueta finalmente entró en la prisión de Reina Amàlia y pasó allí el resto de su vida. Por lo que respecta a su muerte, existen dos versiones: en la primera de ellas es linchada por sus compañeras de la cárcel y en la segunda víctima de un cáncer de útero.

Vampira del raval

La verdadera historia de Enriqueta Martí

Sin embargo, ¿qué ocurre si te decimos que la leyenda es producto de una invención? Varios historiadores desmienten la leyenda de la Vampira del Raval y afirman que es el resultado de haber añadido altas dosis de ficción a una historia real sobre una persona con graves trastornos. Parece que el punto de inflexión en la vida de Enriqueta llegó en 1905, cuando su hijo Alejandro murió por desnutrición a los diez meses de vida; todo indica que fue esta experiencia la que llevó a Enriqueta a secuestrar a Teresa Guitart. En este momento, la cuñada le pidió que inscribieran a su hijo Benedicto en el registro de defunciones en vez de a Alejandro para así poder evitar que fuera llamado a quintas (por lo visto, este modo de evasión era una práctica habitual en esa época).

La vampira del raval

Como compensación por este favor, y para evitar las habladurías por haber sido madre viuda, su cuñada le cedió un año más tarde a su recién nacida hija Angelita. De esta manera, Enriqueta y Angelita fueron siempre concebidas como madre e hija, y su relación de parentesco jamás se hubiera puesto en duda si no fuera porque el 10 de febrero de 1912 Teresita fue secuestrada. Sin embargo, Enriqueta sólo la rapó porque tenía piojos. La mantuvo encerrada durante tres semanas en su residencia, hasta que el 27 de febrero un guardia intuyó que la secuestrada estaba en el primer piso del edificio, a raíz del aviso de una vecina.

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La construcción de una leyenda

A partir de ese momento, la prensa amplificó sus crímenes en busca de morbo mediático: se le atribuyeron injustamente entre cinco y diez asesinatos y se la culpó de brujería. La acusación judicial, por otro lado, descubrió que anteriormente había pasado por los calabozos por proxenetismo (corrupción de menores) y robo. Los medios de comunicación se hicieron eco del hallazgo en sus viviendas anteriores de huesos infantiles y trapos manchados de sangre.

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Sin embargo, los médicos determinaron que los huesos pertenecían a animales y que los pañuelos estaban manchados por sus propias pérdidas de sangre debido a su cáncer de útero. Lo más probable, entonces, era que jamás hubiera asesinado a nadie. Por ello, su entrada en prisión respondió únicamente a medidas preventivas ante su visión social como asesina en serie. Fue un pretexto, en definitiva, que funcionaría como cortina de humo para que no se hablara de la compleja situación de Barcelona tras los sucesos de la Semana Trágica, en 1909. Incluso durante el tiempo que pasó entre rejas, la prensa publicaba todos sus movimientos e intentos de suicidio, hasta que murió víctima del cáncer que padecía.

La única preocupación de los periódicos parecía ser la venta de sus ejemplares. Y ¡vaya si les salió bien la jugada! La leyenda que ellos mismos crearon con sus falsas acusaciones sigue siendo motivo de debate hoy en día. Si te ha interesado la historia, te animamos a que descubras todavía más secretos sobre esta (falsa) leyenda de la Vampira del Raval en el libro de Elsa Plaza, Desmontando el caso de la Vampira del Raval.

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¿Cuál de las versiones te convence más? ¿Crees que realmente hubo una invención mediática conveniente u opinas que había verdad en la leyenda? Comparte con nosotros todas tus impresiones, ¡te leeremos encantados!