Supercurioso te trae esta vez las aventuras del escritor más importante de la lengua española de quién ya te hablamos en una ocasión y a quien conocían como «El manco de Lepanto.
Personas y personajes
Si Don Quijote, tras su vida de caballero andante, no hubiese enfermado y fallecido rodeado por sus seres queridos y también imaginarios, tal vez hubiera tenido tiempo para escribir la historia de otro caballero casi tan desgraciado como él, aunque sus aventuras fueron más reales y tan sorprendentes como las del hidalgo de la triste figura: Miguel de Cervantes Saavedra, soldado, poeta, dramaturgo, cobrador de impuestos, y autor de Don Quijote.
Y en la historia de semejante personaje habría que destacar el de su cautiverio en Argel y los intentos de fuga que protagonizó sin éxito, aunque sí con honor.
Cervantes soldado
Nacido en Alcalá de Henares en 1547, pasó su niñez de ciudad en ciudad (Valladolid, Córdoba, Sevilla, Madrid), hasta que en 1569, a los veintidós años, se embarca para Italia, en donde se convierte en soldado y participa en la batalla de Lepanto, comportándose heroicamente y recibiendo heridas que inutilizaron su mano izquierda (y de allí el célebre apodo de “manco de Lepanto”).
Una de piratas
Al recuperarse continuó su vida militar en Italia por cuatro años más, y finalmente opta por regresar a España en 1575, embarcándose con su hermano Rodrigo en la galera “Sol”, que es atacada por una flotilla turca pocos días después, frente a la Costa Brava, y una vez capturados son trasladados como esclavos a Argel.
Miguel llevaba cartas de recomendación de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, lo que en parte lo condenó, pero también salvó su vida. Sus captores lo creyeron un personaje rico y de importancia, por lo que pidieron un rescate muy alto, pero al mismo tiempo esa “noble” condición salvó su vida en los cuatro intentos de fugas que llevó a cabo sin éxito.
El cautiverio y las fugas
La primera fuga fracasó al ser abandonados por el guía moro en el camino a Orán, debieron regresar con sus guardianes y fueron encadenados. En 1577 la familia de Cervantes logra reunir el pago del rescate, pero con éste sólo puede cubrirse la liberación de su hermano Rodrigo, con el que concierta un nuevo plan de escape. Miguel y otros catorce cautivos escapan y se esconden en una cueva cerca de la costa, donde esperan una galera enviada por Rodrigo, que lamentablemente es capturada. Nuevamente Cervantes se hace responsable y es encerrado con cadenas.
El tercer intento consistió nuevamente en llegar al asentamiento cristiano en Orán, y para ello envió una carta al jefe militar de este puesto, pero el mensajero fue atrapado y el plan puesto al descubierto. Cervantes fue condenado a recibir dos mil palos, castigo que le hubiera causado inevitablemente la muerte de no haber sido suspendido. El último intento lo realizó gracias a un dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en Argel. Con esta suma don Miguel compró un velero y preparó el escape de sesenta prisioneros cristianos, sin embargo, uno de los participantes los delató, Cervantes fue pasado a una cárcel más segura y de allí iba a ser enviado a Constantinopla, para acabar de una vez por todas con sus intentos de fuga.
La liberación
En 1580, poco antes de ser embarcado a Constantinopla, Cervantes es liberado gracias a la intervención de los padres trinitarios, una orden que se ocupaba de liberar cautivos o de reemplazarlos en las prisiones de ser necesario. En octubre de ese año finalmente llegó a España, pero no acabó allí su historia con el mundo musulmán.
En vez de sentarse a escribir esa novela que ya debía rondarle la cabeza, al año siguiente, luego de presentarse en la corte de Felipe II, en Lisboa, volvió al norte de África en una comisión secreta, de la que regresó indemne poco tiempo después, por fortuna para todos nosotros.
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