Diferentes tipos de escuelas han existido en algunas culturas y civilizaciones desde muchos siglos atrás. El mérito de la era victoriana es que la escolarización se hizo obligatoria y se extendió a pobres y a ricos, sentando las bases de las escuelas actuales. Pero, ¿cómo eran las escuelas victorianas?
¿Cómo eran las escuelas victorianas?
Cuando la Reina Victoria subió al trono en 1837 la educación era un privilegio de las clases pudientes. Tenían una institutriz o un tutor en su casa y los chicos cuando tenían la edad suficiente se matriculaban en carísimas instituciones para terminar sus estudios. Las chicas, en general, continuaban educándose en casa. Las clases trabajadoras no tenían acceso a la educación hasta que Robert Raikes inició la llamada «escuela dominical». En ella los niños que trabajaban durante la semana podían recibir una mínima instrucción. A partir de la década de los 40 del siglo XIX, se extendieron por todo el país las «British Schools» y las Ragged Schools; estas últimas eran escuelas benéficas destinadas a los niños sin recursos. En 1870 se dictó una ley que hacía obligatoria la asistencia a clase para todos los niños de 5 a 10 años y en 1893 se amplió hasta los 11 años. A pesar de la ley, muchos niños no asistían a la escuela pues sus padres o patrones preferían ponerlos a trabajar para conseguir un jornal.
El horario de las escuelas victorianas era de 9:00 a 17:00 y tenían una pausa de 2 horas para comer, se suponía que en ese tiempo podían llegar a casa y volver. En las escuelas rurales muchos niños se llevaban la comida de casa en fiambreras. Tenían unos ratos de recreo como las escuelas actuales.
Los edificios solían tener ventanas altas para que los alumnos no se distrajesen mirando por ellas, entre este hecho y que se iluminaban con lámparas de gas, las clases solían estar muy mal ventiladas. Las aulas solían estar muy concurridas y en las ciudades era fácil encontrar hasta 70 niños por clase.
Existía un aula en la escuela municipal de Hitchin con capacidad para 300 alumnos, aunque en los pueblos las clases eran más pequeñas. Los niños no solían separarse por edades. Eso sí, niños y niñas, generalmente, estaban en aulas independientes o en bancos separados e incluso el patio de recreo tenía una división. Muchas aulas tenían el suelo inclinado como en los cines, para que desde todas las filas se pudiera ver bien al maestro (y éste a los niños). Las mesas solían estar clavadas al suelo para que no se movieran de su sitio.
Principalmente se enseñaba a leer, escribir y matemáticas. Para el cálculo solían utilizar el ábaco. También recibían algunas lecciones de geografía y ciencias, la primera con un globo terráqueo y la segunda a través de la observación, pues se solía colocar en el pupitre del alumno un objeto de la naturaleza y dar la clase partiendo de lo que se veía en él. La religión solía introducirse a partir de la lectura, pues durante muchos años la Biblia fue el libro de iniciación, hasta que a alguien se le ocurrió buscar textos más simples. Por las tardes solían recibir una instrucción más práctica; los chicos carpintería, agricultura, zapatería, etc. y las chicas labores del hogar como plancha o cocina. Como el papel y la tinta eran caros, los pequeños empezaban a escribir en cajones de arena o pizarras y más adelante pasaban al papel y la pluma. En esa época y hasta mediados del siglo XX a los niños zurdos se les obligaba a escribir con la mano derecha.
Los niños victorianos eran frecuentemente castigados en la escuela si no cumplían las normas. Lo normal era que fueran golpeados con una rama de abedul en las manos o en las piernas desnudas aunque también se utilizaban correas de cuero. Otro castigo consistía en colocar en la cabeza del pupilo un capirote con la leyenda «burro» en el centro y hacerlo en un taburete alto; así se creía que se inducía al alumno a esforzarse más. En algunos lugares se utilizó como castigo una pequeña cesta de mimbre en la que se introducía al joven y ésta se suspendía del techo mediante una cuerda y poleas, aunque lo más normal era que te hicieran copiar una frase muchas veces sin cometer faltas.
La mayoría de profesores durante la era victoriana fueron mujeres, ya que esta era una de las pocas profesiones aceptadas para ellas. Existía la figura del profesor asistente, que solían ser los chicos/as más aventajados, y que cogían grupos de niños más pequeños para ayudar al maestro.
A pesar de todas sus deficiencias, las escuelas victorianas pusieron las bases de la enseñanza obligatoria y reglada que ha llegado hasta nuestros días.
¿Qué te ha parecido las escuelas victorianas? ¿Crees que eran muy diferentes de las actuales?
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