Una de las preguntas más repetidas en la historia del ser humano, relacionadas con el romanticismo, es la siguiente: ¿Cómo sé si le gusto?
Llevas horas pensando en qué vas a ponerte, habéis quedado en un restaurante, pero no sabes con qué intención ha aceptado la cita y tampoco estás seguro de si esa persona está realmente interesada en ti.
Posiblemente él/ella no te lo llegue a decir y esto te creará una incertidumbre. Aunque, si observas con detenimiento, te percatarás de que a veces sin hablar se puede decir más que con palabras.
Un cuerpo que habla por sí solo
Aunque no lo sepamos, nuestro cuerpo está en constante comunicación con el exterior, expresando incluso aquello que no queremos decir. Nuestros gestos nos delatan y nos traicionan constantemente, pero también pueden ser reveladores para quien los observa. Pueden ayudarnos a descubrir si gustamos, desagradamos, si se nos considera de confianza…
Generalmente, nuestro lenguaje corporal es inconsciente, por lo que rara vez podemos fingirlo, a pesar de que nos esforcemos. Podemos decir, por lo tanto, que se trata de una información bastante fiable.
Cómo nuestro cuerpo delata un interés especial hacia otra persona
Nos volvemos más atractivos
Nos erguimos, humedecemos nuestros labios y hacemos, tanto hombres como mujeres, nuestro pecho más prominente. En algunos casos, nos brillan más los ojos e incluso el pelo. ¡Hasta se desvanecen algunas arrugas!
Nos acicalamos
Las mujeres se arreglan el pelo, los hombres se alisan la camisa o se colocan la corbata, si la llevan. No necesariamente toda mujer que se toque el cabello está flirteando, pero es una de las señales del galanteo, si las unimos a las demás.
El triángulo visual
Nuestros ojos se descontrolan. Miramos de manera reiterada y prolongada, dibujando un triángulo: el ojo izquierdo, el derecho, y los labios.
La barrera
Existen señales más sutiles que tienen un origen antropológico. Somos animales y, como tales, tenemos que asegurar nuestro territorio. No es extraño ver como una persona en situación de galanteo o seducción interpone una pierna o un brazo a modo de barrera hacia el exterior, evitando así la aparición de intrusos.
Los pies, un gran indicador
Con el tiempo, hemos aprendido a modificar nuestro lenguaje corporal, llegando a poder mentir con él. Pero nuestras extremidades inferiores no han aprendido estos patrones, siendo uno de los factores más significativos a la hora de saber qué estamos expresando con nuestro cuerpo.
Ellos siempre apuntan donde deseamos estar. Si, por ejemplo, uno de los pies, apunta hacia la puerta, es señal de que queremos marcharnos. Si ambos pies apuntan hacia la persona con la que estamos, es señal de interés en él o ella.
Las palmas de las manos miran hacia arriba
Es uno de los gestos más inconscientes y nos refiere que, al colocar las palmas de las manos de forma descubierta, estamos mostrando confianza e interés.
Ladeamos la cabeza e inclinamos la pelvis.
Esta tiene una connotación sexual deliberada y de lo más instintiva. Nos sentimos atraídos de forma sexual, lo que provoca una excitación y nos invita a mostrarlo de la forma más “salvaje”.
Siempre hay que tener en cuenta que, estos gestos de forma aislada, pueden no denotar una atracción o interés. Las palmas de las manos abiertas, pueden ser símbolo de bienvenida. El hecho de tocarse el pelo puede ser por nerviosismo. No obstante, si sabemos cuándo y como leer las señales que se nos están dando, podremos asegurarnos una victoria o, al menos, evitarnos el mayor de los fracasos.
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