Los interpretamos como signos de envejecimiento, aquellas capacidades que vamos perdiendo con el paso de los años: movimientos más lentos y torpes, peor vista y también menor capacidad auditiva, entre otras. Es ley de vida, como se suele decir, y lo tenemos asumido. Pero y si te dijera que estamos perdiendo facultades prácticamente desde que nos echamos a andar. ¿Cuáles son las cosas que a esa tierna edad podemos hacer qué más tarde no? Según estudios recientes, antes del año de vida se pueden ver y oír cosas que después dejamos de percibir.
Los bebés pueden ver y oír cosas que nosotros no podemos
Cuando nacemos nuestra agudeza visual es de 20/400 un nivel que, según la Organización Mundial de la Salud, podría considerarse ceguera, ya que tan solo podemos ver luces y sombras. Esto es porque dentro del útero no hay luz y este sentido no se desarrolla hasta que nacemos, y lo hace poco a poco, aprendiendo a reconocer e interpretar su entorno. Pero en ese breve periodo que existe desde que adquirimos la visión plena hasta que nuestro cerebro aprende a reconocer e interpretar el mundo, periodo que va desde los 5 a los 7 meses de edad, nuestros ojos son capaces de captar incluso la más sutil de las diferencias que se le presente, por ejemplo:
Entre los 5 y los 6 meses los bebes son capaces diferenciar entre animales de la misma especie y raza aunque su pelaje y físico sean prácticamente iguales. Ellos son capaces de ver diferencias en sus rasgos y distinguirlos como si de los rasgos faciales humanos se tratase, tal y como demostró un experimento realizado en 2002 presentando dos monos idénticos a un bebé que era capaz de diferenciarlos.
En este rango de edad es posible llegar a notar las diferencias visuales provocadas por un cambio de iluminación a nivel de pixelado. ¿Te parece increíble? ¡Lo es! Como demostraron en un estudio, conducido por el doctor Jiale Yang de la Universidad de Chuo de Tokio, que mostraba tres caracoles que, a nuestros ojos de adultos, no muestran diferencias y en cambio para los ojos de los bebés, de 3-4 meses, eran muy diferentes; diferencias que realmente existían pero que eran sólo perceptibles examinando la imagen pixel a pixel. También pueden distinguir las distintas esfumaturas de las sombras, algo que el cerebro aprende a discriminar para reconocer con más efectividad los objetos.
Al igual que el sentido de la vista, recoge todo los matices por insignificantes que estos sean, el sentido del oído es capaz de notar los matices fonéticos de idiomas que jamás han escuchado. Una cualidad que se va perdiendo con el paso de los años como sucede con las otras que hemos comentado al principio. Esto es porque al inicio nuestro cerebro debe conocerlo todo para después seleccionar lo que le será de utilidad en su entorno. Son las estrategias que usa nuestro cerebro para su desarrollo como ocurre con la sinestesia que ayuda a los bebés de 3-4 meses a reconocer las formas circulares y triangulares, asociándolas a determinados colores, un fenómeno que en ocasiones puede mantenerse en edad adulta y al parecer las personas que lo conservan muestran una inteligencia superior.
¿Sería entonces positivo conservar todas estas cualidades? ¿Tú qué opinas? Cuéntanoslo.