La montaña más alta del mundo, localizada en el Himalaya, preserva a más de 200 cadáveres de escaladores que perdieron sus vidas por la conquista de un sueño: plantar su huella en la cumbre del Everest. Una hazaña que pocos han conseguido realizar.
Durante décadas, por atemorizante que resulte el método, estos restos han sido tomados como puntos de referencia para orientar a quienes se atreven a seguir sus pasos. Pero, además, según cuentan algunos alpinistas que se han citado en ese lugar, sus antiguos poseedores pudieran ser los responsables de las vivencias paranormales que allí se han vivido y reunido, consistentes en apariciones de los fantasmas del Everest.
Los fantasmas del Everest. ¿Realidad o no?
En junio de 1933, el montañista, botánico, fotógrafo y escritor, Frank Smythe, había logrado ascender hasta donde nadie más había podido llegar para ese entonces, después de arriesgar el pellejo en tres intentos por conquistar el Monte Everest.
En esa ocasión le acompañaba otro escalador, Eric Shipton, que le esperaba a 27.400 pies en una tienda minúscula porque su cuerpo desgastado a causa de las condiciones extremas, le impidió continuar con la aventura. Así que, en solitario, escaló durante varios días para tratar de cumplir su meta y pasó dos noches en la temida “zona de la muerte”, donde yacen la mayoría de los cuerpos.
Una vez que decidió descender, ya afectado por la altitud, una serie de sucesos extraños comenzaron a ocurrir. El primer encuentro con lo desconocido lo experimentó al sentir que una figura misteriosa le acompañaba. La presencia de aquel ente misterioso era tan nítida, que incluso llegó a compartir un pastel de menta con él, que permaneció a su lado por un buen tiempo. Y esto no sería lo único extraño que le ocurriría.
Horas más tarde, advirtió que dos objetos oscuros volaban sobre él; uno de ellos exhibía unas alas. A pesar de la rareza del asunto, no le quedó más remedio que continuar su camino con una mezcla de confusión y espanto. Era seguir o morir. Sin embargo los recuerdos de aquel encuentro lo asediaron en todo el camino: é mismo todavía se pregunta si se trató de un hecho verídico o si fue una alucinación motivada por la falta de oxigeno. Jamás logró descifrarlo.
El enigmático acompañante de la cueva
Una historia similar contaron los montañistas británicos Dougal Haston y Doug Scott, quienes en septiembre de 1975 fueron acompañados por un “tercero” después de pisar la cumbre del Everest. De acuerdo a su relato, el suceso aconteció mientras descansaban por la noche en la “zona de la muerte”.
Con la intensa duda de si lograrían sobrevivir al día siguiente, ambos cavaron un agujero en la nieve, acomodaron sus cuerpos y se resignaron a dormir. Sin embargo, el sueño les duró poco. Pronto les invadió una inquietante sensación de que alguien más se encontraba en la cueva donde se refugiaban y, para su asombro, no estaban equivocados.
El espectro se trataba de un hombre cuya presencia les resultaba reconfortante. Pues no sólo los ayudó a mantener sus cuerpos con calor, también les ofreció consejos vitales para que lograran descender sin correr el mismo destino de los demás excursionistas que todavía permanecen insepultos en el hielo.
Otros alpinistas como Lincoln Hall, Reinhold Messner y Peter Hillary, reportaron anécdotas que parecen encajar con la de los montañistas británicos. De acuerdo con sus testimonios, los fantasmas del Everest suelen manifestarse en momentos de severa vulnerabilidad, quizá para alentarlos a seguir el camino con firmeza. Por eso, en sus mentes planea la pregunta: ¿serán los ángeles de la montaña?
Los fantasmas del Everest y la visión de los sherpas
De una manera más terrorífica, Pemba Dorje, un reconocido sherpa, merecedor de un récord por realizar el ascenso más rápido en la montaña más alta del mundo, constató en su expedición que, en efecto, en este lugar pululaban fuerzas sobrenaturales.
En mayo de 2004, mientras se aproximaba a la cumbre, Dorje fijó la mirada en un grupo de montañistas fallecidos. Consecutivamente, comenzó a ver cómo unas siluetas oscuras se aproximaban a él, dejándolo inmóvil. No podía creer lo que tenía ante sus ojos. Las sombras le estrechaban sus manos pidiendo alimento, luciendo como almas en pena.
Muchos sherpas, incluyendo a Dorje, consideran que los fantasmas del Everest continuarán apareciendo activamente en la montaña hasta que sus despojos humanos no sean enterrados apropiadamente.
De ser esta una realidad, los escaladores no sólo deben soportar con tenacidad la altitud, la demanda física y el gélido clima que envuelve al imponente Everest. Subir al Monte a la vez se requiere de un poco más que fortaleza mental para enfrentarse a lo desconocido, porque estos espíritus -que se presume- proceden de los montañeros que han desvanecido en el camino, se encuentran por encima de los 8 mil metros de altura, lo cual ha vuelto inviable que sus cadáveres sean recuperados.
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Imágenes: Wikipedia.