A lo largo de la historia ha quedado claro la importancia de las cosechas para la supervivencia de los seres humanos. Sin alimentos, moriríamos de hambre y es por eso que los miembros de las sociedades antiguas, que eran mayormente agrícolas, estaban dispuestos a hacer grandes sacrificios para asegurarse de que la siembra fuera fructífera.
Sin embargo, aunque en gran parte del mundo la agricultura ha avanzado de mano con los adelantos tecnológicos, en otros países menos desarrollados, incluso hoy todavía recurren a métodos antiguos y supersticiones. ¿Cuáles son estos? ¡Descúbrelos!
Los macabros Sacrificios a los dioses que los agricultores han realizado por sus cosechas
Los antiguos fenicios, cartaginenses y sirios adoraban al dios de origen canaaita Moloch, quien tenía fama de ser sanguinario y tener un gran apetito. Por eso, para ganar su favor, sus seguidores llevaban a cabo distintas prácticas.
Una de ellas era la prostitución sagrada. En estas culturas, la fertilidad de la mujer estaba estrechamente relacionada con la de la tierra, por lo que participar en rituales sexuales era una forma de agradecer a los dioses por estos dones.
Se veía como una manera de seducir a Moloch, para ayudarlo a liberar su poderosa semilla y que esta brotara en forma de lluvia y regara sus cosechas.
Un sacrificio más sangriento que se hacía para apaciguar a Moloch era el de derramar la sangre de niños. De acuerdo con el texto Die Religion der Karthager, escrito por Freidrich Munter en 1816, Ba’al y Moloch eran una misma deidad y sólo la sangre podía saciar su apetito y mantener alejada la hambruna del pueblo. Unos pocos perdían la vida, supuestamente a cambio de la de la mayoría.
Prácticamente al otro lado del mundo, estaban los Aztecas, famosos no solo por las imponentes pirámides y cultura que dejaron como legado, sino por sus sacrificios a los dioses. Para ellos la vida giraba alrededor de la naturaleza y de estas deidades.
Los Aztecas dedicaban rituales al dios de la lluvia, Tlaloc. Aunque muchas personas eran sacrificadas a esta deidad, los niños eran considerados ofrendas ideales, puesto que sus lágrimas representaban la lluvia.