Es probable que la historia de Abraham a punto de sacrificar a Isaac obedeciendo la voz de su Dios, sea parte de un recuerdo ancestral, de religiones anteriores, o hasta contemporáneas con los relatos del Antiguo Testamento, cuando una de las ofrendas favoritas de los dioses podía ser un humano; sin embargo, cuando nos hablan de este aspecto oscuro de la humanidad muchos enseguida piensan en los aztecas y sacrificios humanos. Y no es que haya sido el único pueblo que los practicó, como lo pueden atestiguar muchos registros históricos de otras culturas.

Pero en este artículo, Supercurioso te invita a indagar en ese aspecto sangriento de tan fascinante civilización prehispánica, sin olvidar la importancia de entenderlo en su contexto histórico y cultural.

Aztecas y sacrificios humanos. ¿Te atreves a saber más?

El imperio azteca o mexica controló gran parte de lo que hoy conocemos como México, los últimos 200 años antes de la llegada y conquista por parte de los españoles (desde 1325 hasta 1521). Se trató de una cultura muy rica, compleja y diversa, pero vamos a hablarte de uno de sus aspectos más oscuros y fascinantes: el de los sacrificios humanos.

Aunque los sacrificios humanos estuvieron presentes en otras culturas y civilizaciones prehispánicas, en ninguna los sacrificios se realizaron con tanta frecuencia y tan masivamente como en los últimos 100 años del imperio azteca, cuando aparentemente el dios de la guerra, Huitzilopochtli, fue encumbrado por encima de los otros dioses.

Aztecas y sacrificios humanos. ¿Te atreves a saber más?
Huitzilopochtli

Esta divinidad, para ser satisfecha, necesitaba de un gran número de sacrificios humanos, por lo que los aztecas, sus aliados y los pueblos sometidos a su influencia realizaban guerras periódicas con el objeto de obtener prisioneros para ser sacrificados a Huitzilopochtli. Estas operaciones militares eran conocidas como “guerras floridas”.

Otras víctimas propiciatorias podían ser presos por deudas, esclavos o incluso gemelos. Estos últimos, aunque podían gozar de cierto carácter sagrado, también eran vistos como una mala señal para las familias donde habían surgido, por lo que al menos uno, y a veces ambos, podían ser entregados en sacrificio.

El ritual del sacrificio consistía en llevar a la víctima hasta la cima del templo, y allí colocarlo sobre una piedra sagrada; un sacerdote extraía el corazón con un cuchillo de obsidiana y el resto del cuerpo era lanzado por los escalones. Al llegar abajo, éste era descuartizado, la cabeza se conservaba en el templo –como lo atestigua el millar de calaveras presentes en distintos sitios arqueológicos– y el resto era consumido por los sacerdotes y en algunas ocasiones por el público en general. Algunos historiadores se refieren a esta práctica como canibalismo ritual, pero para otros estudiosos, como el antropólogo Marvin Harris, podría haberse tratado de una manera de aportar proteína adicional a una dieta donde ésta escaseaba (por la insuficiencia de mamíferos de gran porte en esa región de Mesoamérica).

Aztecas y sacrificios humanos. ¿Te atreves a saber más?

Huitzilopochtli no era el único dios alimentado con sangre. Había otros, como Tláloc, Chalchitlicue, Xipe Tótec, Centéotl, Quetzalcóatl, cada uno con un gusto o un ritual particular: Tláloc, el dios de la lluvia, requería sacrificios de niños; Xipe Tótec, en su ritual incluía el desollamiento de la víctima, o Xilonen, requería del sacrificio de una mujer.

Aztecas y sacrificios humanos. ¿Te atreves a saber más?
Representación de Tláloc rodeado de calaveras

Está el caso de Tezcatlipoca, señor del cielo y de la tierra, y en algunos casos una de las encarnaciones de Quetzalcóatl. Para honrarlo se escogía a un joven agraciado, que podía ser un esclavo, y durante un año era tratado como un dios en la tierra, vestido con lujo y complaciéndolo en todos sus deseos, hasta que llegaba mayo y se le extraía el corazón.

No hay certezas en torno al número de sacrificios realizados por los aztecas y sus aliados, pero sólo en el caso de la reconsagración del Templo Mayor de Tenochtitlán –la gran pirámide– se ha calculado que pudo haber entre 14.000 y 20.000 sacrificados (aunque algunos autores crean, quizás de un modo exagerado, que fueron unos 80.000).

También se cuenta que uno de los platos de la gastronomía mexicana, el pozole, se hacía con carne humana (específicamente, con la que se encuentra en el muslo), y que fue reemplazada después de la conquista por la carne de cerdo que, según los conocedores de la época, tenía un sabor similar.

No olvides que los sacrificios humanos y el canibalismo han sido parte de la historia de todos los grupos humanos, por lo que tal vez la historia de Abraham e Isaac pueda leerse como el momento en que uno de los dioses, y sus seguidores, renunciaron a esta práctica.

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