Un licántropo u hombre lobo es un ser legendario que está presente en la cultura de zonas del mundo muy diferentes. Es el ser humano dotado de la habilidad mitológica de la licantropía, es decir, el poder de convertirse en un lobo. En Supercurioso os hablamos del origen de la palabra licántropo que está ligada al mito del rey griego Licaón y el castigo que Zeus le envió por darle de comer a uno de sus propios hijos. Si quieres conocer toda la historia puedes leerla aquí: «¿Sabes quién fue Licaón, el rey que dio nombre a la LICANTROPÍA?«. En esta ocasión hemos querido acercarnos al primer asesino en serie documentado en España y que se creía un hombre lobo. Se trata de Manuel Blanco Romasanta, un licántropo clínico que confesó haber cometido 13 asesinatos.
Evidentemente, los seres humanos no se convierten en lobos, pero han existido personas que sí creen estar afectadas por la licantropía y este trastorno alucinatorio recibe el nombre de licantropía clínica. El caso de Manuel Blanco Romasanta, que fue conocido como «el hombre lobo de Allariz», es uno de los más documentados del mundo. Acompáñanos a conocerlo.
Manuel Blanco Romasanta, 13 asesinatos
Hay vidas que parecen torcerse desde el momento del nacimiento. Manuela Blanco Romasanta nació en una aldea de la provincia de Orense, en Galicia, España, el 18 de noviembre de 1809 y no, no nos hemos equivocado. Sus padres inscribieron a una fémina en la partida de nacimiento a la que llamaron Manuela. Cuando la niña tenía 8 años, el registro fue modificado y pasó a llamarse Manuel. Manuela no era una chica, sino un varón. Fue uno de los cinco vástagos del matrimonio formado por Miguel Blanco y María Romasanta. Según las descripciones de los diarios de la época, su aspecto era el de un hombre normal, de cabello rubio y facciones suaves, pero con una estatura muy menuda ya que medía 1’37 cm.
Al parecer, la familia gozaba de cierta holgura económica ya que a Manuel se lo consideraba un hombre culto debido a que sabía leer y escribir, cosa poco frecuente en los pueblos de Galicia a principios del siglo XIX. Manuel trabajaba como sastre/modista ya que sabía bordar y coser. Contrajo matrimonio, pero su esposa falleció, sin que él tuviera nada que ver, cuando hacía poco más de un año de la boda y fue en ese momento cuando la vida de Romasanta cambió por completo. Abandonó su oficio y se hizo vendedor ambulante, recorriendo toda Galicia. En 1844 fue acusado en un pueblo leonés del asesinato de un alguacil que quería cobrarle la deuda de un tercero y tuvo que huir. Tiempo después, Manuel Blanco Romasanta cambió su nombre por el de Antonio Gómez y se fue integrando de nuevo en la vida de un pequeño pueblo gallego donde trabajaba como tejedor, oficio que por aquel entonces ejercían mayoritariamente mujeres. Sus amistades eran principalmente féminas y por este hecho y el oficiar de tejedor, fue considerado afeminado. Cuando se reintegró a la venta ambulante, especialmente de ungüentos, se ofreció para acompañar a mujeres que viajaran solas o con sus hijos cruzando los bosques cuajados de lobos de Galicia.
Las comunicaciones en aquella época eran difíciles y escasas, por lo que a las familias de las mujeres que acompañaba no les extrañaba no recibir noticias y Manuel les aseguraba que las había dejado sanas y salvas a ellas y a sus hijos. Incluso en ocasiones les hacía llegar misivas que más tarde se descubrió que escribía él mismo. Las sospechas de que algo raro ocurría se despertaron cuando empezó a vender ropa y enseres de sus víctimas y se extendió el rumor de que los ungüentos que vendía estaban hechos con grasa humana. Finalmente alguien interpuso una denuncia por las desapariciones y fue detenido en la provincia de Toledo. Juzgado en Allariz (Orense), fue condenado al garrote vil por 9 asesinatos, ya que de los 13 de que fue acusado, 4 no pudieron probarse. Indultado por Isabel II gracias al interés de un hipnólogo francés que quería estudiar el caso, murió de un cáncer de estómago, en 1863, cuando estaba ingresado en el penal de Ceuta.
Su caso ha sido diagnosticado como «licantropía clínica» ya que confesó que cuando había luna llena se transformaba en lobo debido a una maldición o una enfermedad y atacaba a sus víctimas destrozándolas y desmembrándolas para después comérselas. Explicó durante el proceso que en muchas de las ocasiones no actuaba solo, sino con otros dos licántropos llamados Antonio y don Genaro y que atacaban a la gente porque tenían hambre. Fue condenado a muerte ya que en aquel momento los médicos de Allariz, entre los que no había ningún psiquiatra, consideraron que no estaba enfermo y que mataba por «vicio» y no era un demente, sino que sabía perfectamente lo que hacía.
La leyenda del «sacamantecas» o el «hombre del saco» con la que se asustaba a los niños antaño, parece tener su origen en el caso del hombre lobo de Allariz debido a su oficio de vendedor de ungüentos y a que asesinó a varios niños. De sus nueve víctimas 8 fueron madres e hijos y la novena una niña de 12 años.
Actualmente, la psiquiatría, que lamenta que el caso de Manuel Blanco Romasanta no fuera capaz de impulsar los estudios psiquiátricos en la España del siglo XIX, considera que no fue un psicótico, sino que padecía un trastorno de personalidad antisocial. Sin embargo, un forense gallego que en 2012 revisó la figura de Romasanta, diagnosticó un trastorno genético de intersexualidad motivo por el que segregaba una gran cantidad de hormonas masculinas y sufría un proceso de virilización. Debido a esos andrógenos es posible que presentase episodios de agresividad.
El caso de Manuel Blanco Romasanta ha sido plasmado en estudios, novelas, reportajes y también llevado al cine en un par de ocasiones. ¿Qué te ha parecido la historia de este licántropo clínico? ¿Piensas que realmente creía que se convertía en un lobo? ¿Crees que estas leyendas aún asustan a la población en la actualidad? ¡Esperamos tus comentarios! Si quieres saber más sobre hombres lobo te invitamos a leer el post: La Bestia de Gévaudan, un críptido devorador de hombres.
Imagen: Bullenwächter