A lo largo de siglos y milenios, los nombres de millones de mujeres importantes de la historia han quedado invisibilizados. Hundidas en los pantanos de los convencionalismos sociales, tantas mujeres talentosas y extraordinarias quedaron en el anonimato, mientras sus padres, hermanos y maridos, desplegaban sus talentos y logros. No son pocos los casos. Se dice, por ejemplo, que la hermana de Mozart era igual o más talentosa que el compositor, pero sólo él pasó a la historia. Por este motivo, hoy en Supercurioso hablaremos de Mary Anning, una británica cuya acción representó un antes y un después en el desarrollo de la paleontología.
La historia de Mary Anning, la primera paleontóloga
Como ha pasado ya en muchos casos de personas vinculadas a las artes o ciencias, la gloria para Mary Anning llegó tarde e injustamente. La primera paleontóloga es hoy una de las grandes mujeres científicas de todos los tiempos. Sin embargo, su vida transcurrió entre limitaciones y pobreza, muy lejos del reconocimiento que su trabajo merecía.
Mary Anning nació el 21 de mayo de 1799 en Lyme Regis, una pequeña localidad en la llamada Costa Jurásica del sur de Inglaterra. Se crio en el seno de una familia de clase baja. Sus padres eran disidentes (protestantes no anglicanos), hecho que, sumado a su condición de mujer, le impuso limitantes al desarrollo de su carrera: se le impidió el acceso a la comunidad científica británica, dominada por caballeros ricos anglicanos. Éstos publicaron trabajos en base a sus hallazgos, y ni siquiera fue citada en sus contribuciones.
A pesar de esto, Mary Anning siguió, víctima, como otras tantas mujeres de ciencias, del efecto Matilda, trabajando desde las sombras. Sus hallazgos en los lechos marinos del período jurásico en la localidad de Lyme Regis contribuyeron a que se dieran cambios importantes en la forma de entender la vida prehistórica y la historia de la Tierra.
1. Mary Anning y el inicio de una pasión
Fue el padre de Mary Anning quien le inculcaría la pasión que habría de acompañarla por siempre. Él era un humilde ebanista que, apasionado por los fósiles, los utilizaba para completar sus ingresos. Se dedicaba largas horas a la búsqueda de fósiles en la playa y acantilados de Lyme Regis, para luego venderlos a los turistas.
Richard Anning y María Moore tuvieron varios hijos. Algunos murieron en la infancia. Incluso una falleció quemada viva, en un accidente doméstico. Sólo dos hermanos, Joseph y Mary, sobrevivieron. Otra tragedia enlutó pronto a la familia. El padre de Mary falleció en el año de 1810. Una noche de lluvia, mientras buscaba fósiles, el hombre resbaló y se cayó de los acantilados. Sufrió heridas graves que le obligaron a guardar reposo. Debilitado por la caída, contrajo tuberculosis, lo que terminó en su muerte.
El fallecimiento del padre de Mary Anning dejó a la familia en la más absoluta ruina. La niña, junto a su hermano, heredaron el oficio de la búsqueda de fósiles y su posterior venta, para ayudar al precario sustento familiar. El padre les había enseñado a sus hijos todo lo que sabía sobre esta actividad, y para Mary esto se convirtió no sólo en un medio de sustento, sino en una pasión.
Siguió dedicando su tiempo a la búsqueda de fósiles, hasta que a sus doce años, encontró el que sería su hallazgo más importante hasta el momento: el primer esqueleto completo de ictosaurio. De allí en adelante, Anning percibió cierta mejoría en su reputación. En 1826, teniendo 27 años, logró ahorrar lo suficiente para comprar una casa con un gran ventanal a modo de vidriera. Allí fundó el Almacén de fósiles Anning. Varios geólogos y coleccionistas de fósiles de Europa e incluso de América visitaron a Anning en Lyme para adquirir especímenes.
2. Sus principales descubrimientos
- El Ictiosaurus: El primer descubrimiento importante de Mary Anning tuvo lugar poco después de la muerte de su padre, cuando tenía apenas doce años. Fue su hermano Joseph quien divisó un cráneo, al parecer de cocodrilo. Mary se impactó y siguió buscando con afán. Un año después, una tormenta provocó un corrimiento de tierras en el acantilado, lo que le permitió encontrar el resto del esqueleto de una inmensa criatura de 5.2 metros de largo, el ictiosaurus, un enorme reptil marino no conocido anteriormente.
- El Plesiosauros: Entre 1820 y 1821 llegó su siguiente gran descubrimiento, un nuevo reptil marino, el primero de este tipo en ser encontrado. Fue William Conybeare quien acuñó su nombre, que significa casi lagarto. Redactó sobre el espécimen un artículo científico, en el que ni siquiera mencionó a la mujer que lo encontró y preparó. En 1823, Mary halló un segundo espécimen del Plesiosaurus, incluso más completo que el primero, al que le faltaba el cráneo.
- Peces fósiles y Pterosaurio: 1828 fue un año de importantes descubrimientos para Mary Anning. Primero encontró un extraño pez de aletas radiales que llamó la atención del mundo científico. Luego, halló otro de los fósiles que marcarían su carrera; parte del esqueleto de un Pterosaurio. Por primera vez, en el artículo científico publicado sobre el hallazgo, se le concedió a Mary Anning el mérito de su descubrimiento y preparación. Este fue el primer esqueleto de Pterosaurio encontrado fuera de Alemania, y causó sensación cuando se mostró en el Museo Británico.
3. El final de Mary Anning
Para el año de 1845 la actividad de búsqueda de fósiles de Mary Anning empezó a reducirse dramáticamente. Un cáncer de mama la hizo confinarse a la cama y a las labores más básicas. Tomaba frecuentes dosis de láudano para combatir los dolores. Esto le generó temblores en el cuerpo y pérdida de la estabilidad al caminar. Verla tambaleándose por las calles del pueblo, hizo que la gente empezara a hablar de ella, señalándola como alcohólica. Murió al fin, el 9 de marzo de 1847. Fue enterrada en la iglesia de su pueblo, Lyme Regis.
La primera mujer paleontóloga nunca llegó a tener en vida los reconocimientos para los cuales hizo méritos de sobra. Apenas quizás en la última década de su vida gozó de cierto prestigio. A partir de 1838, recibió un salario anual de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia. La Sociedad Geológica de Londres también designó un estipendio para ella; además la nombraron como el primer Miembro Honorario del Museo del Condado de Dorset, un año antes de su muerte.
La Sociedad Geológica de Londres nunca la admitió. (Esta organización no aceptaría mujeres hasta 1904). Sin embargo esto no impidió que, aunque al final de su vida, Mary Anning recibiera unas palabras de reconocimiento. El presidente de la Sociedad, dijo sobre ella que «a pesar de no estar situada entre las clases más acomodadas de la sociedad, contribuyó en gran manera con su talento y sus inagotables investigaciones a nuestros conocimientos sobre los grandes saurios y otras formas fósiles de vida gigantesca». El nombre de Mary Anning permanecerá escrito como una de las más grandes mujeres de la historia de la humanidad.