Incluso para muchos de los más grandes artistas de la historia, los comienzos de sus carreras han sido difíciles. Por los escritos de un amigo del artista, sabemos que Miguel Ángel triunfó en Roma gracias a una falsificación. ¿Quieres conocer la historia? ¡Acompáñanos!
Miguel Ángel y la falsificación que le hizo triunfar en Roma
Cuando Miguel Ángel tenía 20 años, vivía en Florencia y estaba deseoso de dejar la ciudad y abrirse paso en otros lugares. Estaba bajo la protección de la familia Médici y en concreto de un pariente menor de la familia, Lorenzo di Pierfrancesco. Éste, vio una estatua esculpida por Miguel Ángel que representaba un cupido durmiente y quedó tan asombrado ante sus perfectas proporciones que le dijo que parecía una obra clásica. Le sugirió que la enterrase un tiempo, le diese un tratamiento para que pareciera vieja y la vendiese como una antigüedad.
Miguel Ángel así lo hizo, y la mandó a Roma con un marchante que la vendió al cardenal Rafael Sansoni Riario diciendo que se trataba de un hallazgo arqueológico. En esa época las antigüedades se vendían muchísimo mejor que las obras de artistas contemporáneos. Tiempo después el Cardenal descubrió que la obra en cuestión era una falsificación, pero, pasado su enfado inicial, apreció la perfección de la escultura y mandó llamar a Roma al artista. Miguel Ángel se personó en Roma y sus habilidades fueron pronto reconocidas en todas las esferas y sus obras empezaron a tener gran demanda.
Miguel Ángel retrató al cardenal Rafael Sansoni Riario en un fresco que podemos ver, si visitamos los Museos Vaticanos, en la Sala Heliodoro, llamado «La misa de Bolsena».
El Cupido pasó por varias manos, vendido como una antigüedad, a pesar de que la historia de la falsificación era comunmente conocida. Finalmente llegó a manos de César Borgia que se lo regaló a Isabel de Este y pasó a formar parte de las colecciones de la casa Gonzaga de Mantua, que fueron compradas y llevadas a Londres en el siglo XVII por Carlos I de Inglaterra en 1632. Se cree que fue destruido en el gran incendio del Palacio de Whitehall, en Londres, ocurrido en 1698.
La historia fue relatada por un amigo del artista llamado Ascanio Condivi. Al parecer, no es la única obra que Miguel Ángel falsificó con el pretexto de ayudar a la conservación de los originales. Durante un tiempo algunos historiadores del arte sospecharon que la obra «Laocoonte» pudiera ser una falsificación atribuible a Miguel Ángel. Esta obra fue descubierta en 1506 cuando el artista trabajaba en la tumba del Papa Julio II. Fueron el propio Miguel Ángel y el arquitecto Guiuliano de Sangallo quienes identificaron la obra que se creía perdida y que había sido descrita por Plinio el Viejo.
Como podéis ver, incluso los artistas más reputados pueden tener comienzos oscuros. ¿Qué te ha parecido la historia de Miguel Ángel y las falsificaciones? Si te gustan los post sobre arte, quizá quieras leer: