Aunque muchos científicos y arqueólogos se muestran reticentes a creer que el fenómeno OVNI sea anterior a la denominada “Era Espacial”, que arranca desde a mediados de los años 50 hasta los 90 aproximadamente; existen numerosos testimonios, incluso de personajes ilustres, que describen el avistamiento de OVNIS en la antigüedad cuando el hombre aún estaba muy lejos de conquistar los cielos.
Los OVNIS en la antigüedad
Imágenes como la inferior, encontrada en el interior de una cueva de la Val Comonica en Italia, hacen pensar a los defensores de los Antiguos Astronautas que desde siempre hemos sido visitados por civilizaciones extraterrestres.
En este caso algunos sostienen que se trate de una simple interpretación actual de una pintura rupestre y que quién sabe el significado real que aquellos dibujos tenían para sus autores. No ocurre lo mismo con el testimonio recogido en el misteriosos Papiro Trulli donde se describe lo que parece un avistamiento OVNI, acontecido durante la XVIII dinastía, cuando una bola de fuego apareció en los cielos asustando al pueblo egipcio que corrió a refugiarse en la casa del faraón Tutmosis III que preparó los ejércitos, pues en los días sucesivos aparecieron otras bolas de fuego que desprendían un nauseabundo olor y de repente un día se marcharon hacia el sur y del cielo cayeron peces y aves. El faraón y su pueblo interpretaron aquel suceso como la furia del Dios Amón para lo que encendieron incienso para calmarlo.
Otro personaje ilustre que tuvo un encuentro de este tipo fue Cristobal Colón cuando intentaba llegar al Nuevo Mundo. Fue hacia las 10 de la noche mientras navegan cerca del Triángulo de las Bermudas cuando el almirante de la Santa María vio una luz intermitente, sorprendido alertó a otros miembros de la tripulación que junto a él vieron como una luz intermitente se desplazaba, escondiéndose en el agua y reapareciendo para perderse en lo más alto del cielo. Así aparece escrito en el diario de a bordo de Cristobal Colón. Un relato bastante objetivo, que seguramente esta bien lejos de estar contaminado por un momento histórico en particular, o por la fascinación que por ejemplo un estudioso de los astros pueda personalmente nutrir, ya que el testimonio procede de un navegante.
Igualmente objetivo puede resultar el testimonio ofrecido por los soldados de Alejandro Magno que en el 329 a.C. durante una batalla, vieron aparecer en el cielo lo que ellos identificaron como escudos volantes incendiados, que lanzaron bolas de fuego que le ayudaron a derribar las murallas de la ciudad de Tiro. Algo que ellos interpretaron como una ayuda divina.
Estos algunos de los encuentros del primer tipo más antiguos de los que tenemos conocimiento. ¿Qué te parecen?
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