Ciertamente el cardenal Jorge Mario Bergoglio, mejor conocido como el Papa Francisco, es el primer latinoamericano, tras 21 siglos de historia del cristianismo, en ser elegido como vicario de Cristo, y también el primer jesuita, aunque vendría a ser el quinto papa vinculado a la cultura española, que ha estado presente en la alta jerarquía católica desde tiempos tan remotos como el siglo IV (después de Cristo, obviamente).
En el desempeño de estos cuatro papas puede registrarse la historia de la iglesia romana, con sus oscilaciones entre el cielo o el infierno, o entre papas y antipapas.
Un español antes del español
El primer máximo representante de Dios en la Tierra proveniente de Iberia pudo ser san Dámaso I (304-384), sobre el que algunos eruditos opinan que nació en Galicia, y otros que nació en Roma, de padres españoles, o de Hispania, que era parte del imperio romano.
Dámaso ascendió al papado a los 62 años en medio de un enfrentamiento que estuvo a punto de dividir la iglesia católica en dos papados (y no sería la última vez), le tocó enfrentar herejías importantes como el arrianismo, unificar los evangelios y promover la conversión del cristianismo como religión oficial del imperio romano.
Es el único papa español –aunque no hablaba tal lengua, pues todavía no existía– que ha sido canonizado.
El papa que se mantuvo en sus trece, Benedicto XIII o el papa Luna
El segundo vicario español de Cristo llegó mil años después, y como muchos temas de la iglesia, sigue en discusión si fue un papa o un antipapa. Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor (1328-1423), conocido también como el papa Luna, ascendió al papado en un momento en que éste se encontraba dividido entre Aviñón y Roma.
Poco después de ser elegido, Francia y otros reinos le retiraron su apoyo promoviendo el nombramiento de otro papa. La situación llegó a ser tan confusa que en un momento dado llegó a haber tres papas: Benedicto XIII, Juan XXIII (que al negarse a renunciar fue arrestado y además perdió el derecho al nombre, que volvería a ser usado con mejor suerte en el siglo XX) y Gregorio XII. Finalmente, en 1415, en gran parte debido a su terquedad, el Concilio de Constanza lo condenó como hereje y antipapa.
Benedicto se retiró a un castillo de los templarios en Valencia, donde murió a los 96 años.
Algunos autores consideran que la frase “mantenerse en sus trece” deriva de la historia de la terquedad de este papa (aunque otros piensan que proviene de un juego de naipes, similar al siete y medio).
Calixto III
Fue el nombre tomado por el cardenal Alfonso de Borja (1378-1458) al ser elegido como papa en 1455. Era originario de Játiva (Valencia) y los demás cardenales lo apreciaban por su formación académica –era jurista– y por sus modos austeros. Sin embargo, tenía una pequeña debilidad: la práctica del nepotismo. De España se trajo a dos sobrinos que también eran sacerdotes y que eventualmente, gracias a la mediación del ilustre tío, se convertirían en cardenales: Rodrigo y Luis Juan.
Calixto III promovió una de las últimas cruzadas para recuperar Constantinopla, pero fracasó debido a las disputas entre las diferentes monarquías europeas. ¡Ah! Y se nos olvidaba comentarles que Borja, italianizado, se dice Borgia.
Alejandro VI
Rodrigo Borgia (1431-1503) fue nombrado cardenal por su tío a los 25 años y elevado al solio pontificio en 1492, con apoyo de los reyes católicos y enfrentado al cardenal apoyado por la monarquía francesa, el futuro papa Julio II.
Es probablemente uno de los papas con peor fama de toda la historia de la iglesia, y tal vez por eso uno de los más atractivos para la literatura, el cine y hasta la televisión.
Menos conocidas que sus vicios reales y supuestos –violación de los votos, nepotismo, asesinato y hasta incesto– son sus virtudes: trató de organizar la administración de los estados papales, promovió el comercio y la agricultura, trató de unir a Italia como país y zanjó diplomáticamente la disputa entre los reinos de Portugal y España en torno al Nuevo Mundo.
Murió envenenado a los 73 años durante una cena, y aún se discute si fue intencional o un accidente.
Al último papa español le tocó dividir el Nuevo Mundo; a Francisco, primer papa latinoamericano, ahora le toca llevar su iglesia a un mundo nuevo. Ojalá lo logre.
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