El sonambulismo es un trastorno del sueño en el que el sujeto de forma automática e inconsciente desarrolla actividad motora sin posibilidad de comunicarse. Se calcula que el 19% de la población mundial tiene propensión a padecerlo y la franja de población que más lo sufre son los niños/adolescentes entre 11 y 16 años. Al llegar a la edad adulta, el sonambulismo afecta al 4% de las personas. Entre los adultos sonámbulos, un 58% puede estar afectado por el peligroso sonambulismo violento.
El peligroso sonambulismo violento
Además de niños y adolescentes, se ha comprobado que los varones son más sonámbulos que las mujeres. Normalmente al acabar la adolescencia el sonambulismo queda atrás, pero en un 4% de los casos no es así. Los desencadenantes del sonambulismo y aquello que colabora a que aumente la frecuencia y la gravedad de los episodios, son el estrés, la falta o la irregularidad en los ciclos de sueño, las emociones fuertes -aunque sean positivas-, una intensa actividad física por la noche o el tomar alcohol o drogas. El sonambulismo, si no se trata, puede producir un deterioro en la salud del que lo sufre y en algunos casos a lesiones por conducta violenta. El que lo sufre está a medio camino entre la vigilia y el sueño, en un estado en el que realiza conductas complejas sin ser consciente.
Estudios recientes han comprobado que el 58% de los adultos que sufren sonambulismo tienen comportamiento violento y entre ellos el 17% han sufrido algún episodio en el que la pareja ha requerido atención médica. Lo normal es que la violencia del sonámbulo se reduzca a gritar, caerse de la cama o efectuar gestos bruscos. El durmiente actúa dentro del sueño y se defiende si es atacado o trata de escapar. En general las lesiones no revisten gravedad y suelen ser hematomas o hemorragias nasales. En algunos casos se han producido fracturas, tanto en el sonámbulo como en su pareja, pero existen algunos casos en los que el afectado, tratando de huir ha padecido lesiones realmente graves.
Aunque ocurre muy raramente, se han registrado casos con víctimas mortales. En uno de éstos, el acusado, un ciudadano canadiense, fue declarado inocente. Sin embargo, en otro ocurrido en EE.UU., en que un hombre asesinó a su esposa, éste fue declarado culpable. En 1977 Scott Falater de Arizona apuñaló varias veces a su esposa y luego la arrojó a la piscina. Cuando llegó la policía, avisada por un vecino, Scott esgrimió como defensa que padecía sonambulismo violento y se hallaba dormido en el momento del ataque. La defensa intentó probar que no era consciente cuando ocurrió todo, pero el jurado no le creyó y fue condenado a cadena perpetua.
Los médicos forenses afirman que es muy difícil probar que un acto de este tipo se ha cometido en estado de sonambulismo. Como mucho se puede demostrar la tendencia de la persona a padecer sonambulismo violento, pero no que en un momento dado estuviera realmente dormido.
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