A pesar de ser uno de los períodos históricos más idealizados, vivir en la Antigua Roma no debe haber sido tan agradable. ¿Te imaginas disfrutar viendo como un hombre lucha encarnizadamente contra un león? Sin duda que no parece algo agradable. Pero puntualmente la infancia en la antigüedad estaba lejos de ser idílica, especialmente en una sociedad como la de Roma. Sin medicina moderna, abundante desigualdad y constantes guerras, la esperanza de vida para los niños criados en el Imperio no era muy alta. Descubre cuáles aspectos eran los más difíciles de crecer en la Antigua Roma.
Lo más duro de crecer en la Antigua Roma
1. La aprobación al nacer
En las antiguas familias romanas existía la figura del «Pater Famlias», el patriarca que lideraba todo lo relacionado con sus parientes. Al no recaer siempre este rol sobre el padre, sino más bien en el hombre de mayor edad, se le daba una tremenda importancia a tener hijos varones.
Cuando nacía un bebé, la matrona solía colocarlo a los pies del Pater Familias, quien debía recogerlo del suelo como señal de su aceptación al infante como parte de la familia. De lo contrario, el niño era rechazado y las consecuencias podían ser devastadoras.
El Pater tenía la autoridad de repudiar al niño y vender a sus hijos como esclavos o abandonarlos si no le complacían. Incluso podía matarlos con impunidad, aunque era muy raro y fue prohibido por el emperador Augusto.
2. Vivir lo suficiente para recibir la Bulla
Debido a la alta tasa de mortalidad infantil, los padres no le otorgaban un nombre a los hijos en el momento de su nacimiento, sino que esperaban hasta una semana para hacerlo.
Entonces, la familia y amigos se reunían en una celebración llamada dies lustricus (día de purificación), donde si era varón se le presentaba al bebé una Bulla, un colgante de oro para espantar a los malos espíritus. Si el bebé en cambio era una fémina, se le daba otro tipo de amuleto llamado lubula, aunque este hecho aún es debatido por los académicos.
Ciertamente, el oro era un lujo que solo las familias nobles y ricas podían costear, por lo que los plebeyos creaban los colgantes de materiales más baratos como bronce, latón o cuero.
3. Acceso a la educación
El oro y las joyas no eran el único lujo que no estaba disponible para todos en Roma. La educación en la Antigua Roma era, casi exclusivamente, para la clase alta y, por lo tanto, habían un analfabetismo altísimo entre los niños que debieron crecer en la Antigua Roma.
No fue sino hasta el año 146 A.C, tras la conquista de Grecia, que el imperio Romano comenzó a darle más importancia a este aspecto, aplicando el modelo de educación griego. Los maestros y tutores comenzaron a hacerse más accesibles, especialmente porque muchos de ellos eran esclavos del Imperio.
4. Búsqueda de trabajo y Matrimonio
El estatus de la familia de un joven usualmente determinaba el tipo de trabajo que podía desempeñar al alcanzar la adolescencia. Los puestos más prestigiosos en la política estaban reservados para la élite y requerían una extensa educación. Luego estaban los puestos administrativos, que también requerían un buen grado de educación, como los recaudadores de impuestos, maestros, etc.
Finalmente, la opción más viable para el resto de la población era unirse al ejercito, pero a medida que el imperio creció, también lo hizo la variedad de trabajos. Los jóvenes podían convertirse en artesano o comerciante, pero estos puestos usualmente eran pasados de padre a hijo o, de otra forma, la familia necesitaba buenas conexiones para lograr que fueran aprendices.
En el caso de las mujeres, no te sorprenderá saber que su objetivo era casarse, pues su formación educativa, si es que la recibían, era mucho más escueta que la de los hombres. ¿A qué edad estaban listas para el matrimonio? Mientras ellos no tenían demasiada prisa y hasta pasados los 20 ni si quiera se planteaban buscar una esposa, ellas a los 12 -sí, has leído bien- ya estaban en edad casadera.
¿Por qué tan jóvenes? Por pura ambición: los matrimonios podían ser realmente beneficiosos socialmente, así que muchas familias preferían casar a las jóvenes -especialmente de clase alta- bien pronto, para aprovechar su lozanía y asegurarse de que con el paso de los años no perdían la virginidad con otro que no fuera su marido. ¡Qué detalle…!
Como intuirás, si los matrimonios se veían como un «negocio», la opinión de las jóvenes no tenía demasiada importancia o ninguna en lo que respecta a sus futuros maridos. El pater familia se encargaba de elegir al novio y pactar con su familia. ¿Amor? Sólo si había suerte, mucha suerte. En cuanto a lo que viene tras la boda, puedes descubrir más en el artículo: El sexo en la Antigua Roma.
¿Conoces alguna otra condición que hiciera difícil crecer en la antigua Roma?
Si te interesa estos periodo y cultura de la historia, descubre: