Según las leyendas, muchos brujos y brujas se ayudaban de un «espíritu familiar» para llevar a cabo sus actos de brujería. En Supercurioso dedicamos un artículo a este tema: Los espíritus familiares de las brujas encarnados en animales domésticos. En esta ocasión queremos acercarnos a un animal en concreto que recibió el epíteto de «espíritu familiar» de un personaje famoso de la historia de Inglaterra y Alemania: el príncipe Rupert del Rhin. Acompáñanos a conocer al perro Boye, el espíritu familiar del siniestro Rupert.
El perro Boye, el espíritu familiar de Rupert del Rhin
Rupert del Rhin fue un príncipe anglo-germánico, hijo del príncipe alemán Frederick V y su esposa Isabel, que era la hija mayor de Jacobo I de Inglaterra, que nació en 1619 y falleció en 1682. Como alemán luchó contra los españoles en los Países Bajos, también se enfrentó contra el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en Alemania y, como sobrino del rey inglés y primo del siguiente monarca, participó en la Guerra Civil Inglesa de 1642 a 1646. Fue en esta etapa en la que se ganó la siniestra fama de brujo diabólico y su perro de espíritu familiar.
Boye, también llamado en ocasiones Boy, era un caniche de caza blanco del que se decía que tenía poderes mágicos. Acompañó a su amo continuamente desde que se lo regalaron estando prisionero durante la Guerra de los 30 años y murió en la batalla de Marston Moor el 2 de julio de 1644.
Rupert del Rhin participó en la Guerra Civil Inglesa a favor del bando realista. A pesar de ser un soldado valiente e inteligente, se granjeó muchos enemigos, incluso entre los de su propio bando. El problema venía de que había participado en la Guerra de los 30 años, una guerra salvaje y cruenta, y tenía «costumbres» que los ingleses consideraban «inapropiadas». Mataba a los que se rendían y realizaba ejecuciones masivas además de otros actos bárbaros y despiadados durante y tras las batallas. Sus enemigos empezaron a decir que era el demonio o un brujo que servía al diablo y por lo tanto, su perro Boye que lo acompañaba en muchas ocasiones, la encarnación del maligno o un espíritu familiar al servicio de éste.
Al perro Boye, que acompañaba frecuentemente a su amo en la batalla, se le atribuyeron poderes como la capacidad para encontrar tesoros, ser invulnerable en los ataques, atrapar con la boca las balas destinadas a Rupert e incluso hacer profecías como la propia Madre Shipton. Otros dijeron que el príncipe podía transformarse en el perro cuando quería ya que era el propio diablo. Los soldados que acompañaba a Rupert del Rhin, estaban tan contentos con el perro Boye y el miedo que causaba entre sus enemigos, que lo nombraron «sargento mayor».
En la batalla de Marston Moor, el año 1644, el perro Boye murió. Rupert había dejado al can atado en el campamento, pero éste escapó y lo siguió al campo de batalla. El ejército realista iba perdiendo y Rupert se vio obligado a huir dejándolo tras de sí. Al acabar la lucha, encontraron al perro asesinado. Sus «poderes» no habían sido suficientes para salir con vida en esa ocasión.
¿Que te ha parecido la historia del perro Boye? ¿Habías oído hablar de los espíritus familiares de los brujos?