Es posible que también a ti te educaran en esos firmes principios de que con la verdad se llega a todos lados, y que para ser honrado, no hay que hacer uso de la mentira. Todo ello, hace que en algún momento de nuestra vida, nos hagamos esa eterna pregunta de… ¿Es conveniente decir siempre la verdad? ¿Hay que practicar la sinceridad más absoluta en cada ámbito de nuestra vida?
Hoy en Supercurioso te invitamos a reflexionar sobre ello, y a que como siempre, nos des tu imprescindible opinión.
¿Piensas que es conveniente decir siempre la verdad?
Empezaremos respondiendo de inmediato la pregunta: No. Ahora bien, pero es un «no» con importantes matices que de inmediato, nos harán perfilar lo complejo e interesante de dicha cuestión.
1- La verdad es un arma de doble filo: estamos seguros de que también tú tienes el típico amigo que a menudo, entona eso de «yo soy muy sincero, yo no me callo nada y me gusta decir la verdad a la cara».
En ocasiones, practicar una sinceridad pura y dura implica hacer daño a quienes nos rodean. Implicaría, por ejemplo, decirle a nuestro vecino cuánto nos incomoda, a nuestro compañero de trabajo lo mal que le huele el aliento y lo egoísta que resulta. E implicaría, pongamos por caso, decirle a nuestra pareja que de vez en cuando fantaseamos con otras personas.
La verdad de todo lo que pasa por nuestra mente no se puede aplicar en cada una de las áreas de nuestra vida. Se trata de mantener un equilibrio con el cual, no dañar pero favorecer una adecuada convivencia.
2- Nunca digas lo contrario de lo que piensas. Según un estudio realizado para la Universidad de autónoma de Nuevo León, (México), todos, a lo largo del día, decimos alguna cosa que no es completamente cierta.
En nuestro día a día nos vemos obligados a hacer uso de las medias verdades o grandes mentiras: decirle a tu madre que has comido muy bien, cuando en realidad, te has saltado el desayuno o el almuerzo, decirle a tu jefe que has terminado el trabajo cuando la verdad, es que ni has empezado.
Son mentiras que nos ayudan a mantener un «aparente equilibrio», no obstante, lo que nunca deberíamos hacer es decir lo contrario de lo que pensamos por satisfacer a quienes nos rodean, o para agradar. No lo hagas, de mantener esta conducta sólo encontrarás infelicidad.
3. Pero… ¿por qué mentimos? Hay quien hará uso de la mentira de un modo continuado, y quien la use muy de vez en cuando. Ahora bien, según el psicólogo y criminólogo Jaime Gutiérrez, la mentira es en realidad una «conducta adaptativa» del ser humano.
Y lo hacemos por las siguientes razones:
- Para adaptarnos al entorno.
- Para evitar aspectos que no deseamos: ser rechazados, criticados, ser apartados, estar solos…
- Para conseguir beneficios.
4. Todos preferimos la verdad, aunque duela. Este aspecto está claro y es evidente, podríamos decir que casi el 80% de las personas preferimos saber siempre la verdad aunque ésta, nos resulte desfavorable.
Te ponemos sólo dos ejemplos sobre ello: si nuestra pareja no nos quiere, es necesario saberlo para no mantener una falsa esperanza, y poder así asumirlo, pasar el duelo y cerrar esa etapa. Por otra parte, si nos van a despedir, preferimos saberlo para ir buscando otras opciones…
La verdad en lo que respecta a las relaciones humanas, necesita de esa integridad con la cual favorecer la convivencia, y sobre todo, el respeto.
Para concluir, decía Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza, y que es la propia sociedad la que nos corrompe. Ahora bien, la realidad es que es muy difícil ahondar en si la persona viene al mundo siendo tan pura como nos decía el célebre filósofo, porque a todos, nos encajan en una serie de creencias, conductas y valores donde casi siempre nos es imposible practicar la verdad más absoluta. Sobre todo, porque en ocasiones no es adecuada.
Se trataría pues de mantener un adecuado equilibrio y sobre todo, ser sinceros con nosotros mismos, ser consecuentes, no hacer daño y no ir en contra de lo que pensamos o creemos.
Y ahora dinos… ¿cuál es tu opinión? Si te ha gustado este artículo, te invitamos a descubrir 10 datos auténticos que parecen mentira.