Su carisma, gran voz y actuaciones le hicieron una de las figuras más conocidas en todo México. Su nombre: Pedro Infante, su legado, un amor a la música mexicana y a la época dorada del cine azteca. ¡Te contamos todo sobre el ídolo de México!
Así era Pedro Infante, el Ídolo de México
Fue un 15 de abril de 1957, cuando el mundo supo de la tragedia un avión TAMSA se estrelló en las calles 54 y 87 en la ciudad de Mérida, Yucatán, en México, un accidente que no dejó sobrevivientes. Como si la tragedia sola no fuera suficiente, el mundo descubría que su piloto era Pedro Infante, cantante y actor mexicano de tan solo 39 años.
La respuesta fue millones de fanáticos llorando la pérdida no sólo de su voz, sino del ídolo de toda una Nación, y justo allí, el día de su muerte, nació Pedro Infante ‘El Inmortal’
Sus inicios fueron muy humildes, antes de alcanzar su fama internacional, trabajó como carpintero, barbero y cantante en bares y restaurantes. Pedro, en su vida encarnaba al hombre mexicano en su mejor expresión,.
Fueron más de cincuenta los films de los que formó parte. No obstante, sus inicios en la actuación no fueron nada sencillos, le tomó varios intentos lograr calar entre el público. Y luego su suerte cambió, justo cuando conoció al director mexicano, Ismael Rodríguez y a la actriz Blanca Estela Pavón. Con la ayuda de estas dos figuras, Pedro desarrolló sus habilidades como actor y cantante, y alcanzó la fama a nivel internacional.
En la pantalla, él era el estereotipo de hombre alegre mexicano, un machista y un bebedor. En la vida real, sin embargo, Infante ni siquiera consumía alcohol. Sus escenas de borracheras, por las que más se le recuerda fueron, de hecho, el resultado de años de observación de consumidores en las cantinas. Una habilidad que siempre le fue admirada por su gran amigo y director, Ismael Rodríguez, y que luego le merecería el Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín por la película Tizóc, film dramático en el que interpretó a un indio, y que le hizo llegar a los corazones de muchos más fanáticos en el mundo.
Su amabilidad y calidez hacia los aficionados lo convirtió rápidamente en ‘El ídolo del pueblo’. Era pícaro, apasiadonado y cercano. Pedro también era filántropo, donaba parte de sus ganancias a los pobres. De acuerdo con su asistente personal, un aproximado a 300 familias dependían directamente de su caridad antes de su muerte.
Pedro fue aficionado del ejercicio, la natación, la carpintería, las motos y de volar. Antes de su muerte, Pedro había sobrevivido a dos accidentes de avión que lo dejaron con heridas, cicatrices y un plato de titanio en la cabeza. A pesar de todo, continuó con esta afición que lo llevó al final a la muerte física y a la eternidad cultural.
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Imágenes: Tizoc (1957); Los Tres Huastecos (1948)