Las dinastías que gobernaron el territorio actualmente ocupado por la República Popular China se prolongan hasta un pasado mítico de unos 6.000 años, sin embargo, en esta larguísima cronología de reyes y emperadores reales y mitológicos, en el que más de una vez gobernó una mujer detrás del trono, hubo sólo una emperatriz: Wu Zetian, la emperatriz budista que vivió y gobernó entre el siglo VII y principios del VIII de nuestra era.
Wu, la emperatriz budista de China
Aparentemente muchos le temían, si hacemos caso a las versiones de sus adversarios de entonces, que la retrataron como una arribista manipuladora y despiadada, capaz de atentar incluso contra la vida de familiares y amigos para lograr sus deseos de mantenerse en el poder y generar una nueva dinastía.
Wu Zetian, como se le conoce hoy en día, nació en el 625 y muy joven fue incorporada como concubina al harén del emperador Tang Taizong. A la muerte de éste continuó en el harén del hijo y sucesor, Tang Gaozong, e irá escalando posiciones hasta convertirse en emperatriz consorte.
Gracias a su inteligencia y habilidad, aunado posiblemente a algunos homicidios, Wu Zetian terminará colocando en 683 a dos de sus hijos como emperadores, pero poco después los derroca sucesivamente para hacerse ella misma emperatriz.
Un reinado polémico
Para los seguidores de la filosofía de Confucio, el poder en manos de una mujer era algo escandaloso y tal vez por eso el relato tradicional acerca de su reinado la trata muy duramente, acusándola de diversos asesinatos, de un feroz apetito sexual y de haber llevado a cabo un gobierno despótico.
Otros cronistas dan una visión más amable: defendió los derechos de las mujeres, mejoró la comunicación entre los súbditos y la corte imperial, realizó obras públicas importantes y reorganizó la burocracia imperial, y también alejó la amenaza mongol gracias a una ofensiva con 450.000 combatientes en Mongolia.
La emperatriz y el budismo
Pero Wu es especialmente recordada por haber convertido el budismo, que hasta entonces sólo era popular entre los sectores más humildes, en la religión oficial del imperio, y es por ello que en los famosos templos budistas de Dunhuang la emperatriz se encuentra reflejada en una de las estatuas de Buda.
Se cuenta que los monjes budistas promovieron la idea de que la siguiente encarnación de Buda sería en una mujer, dejando entrever que Wu era el nuevo Buda…
El fin de un paréntesis budista y femenino en China
El sueño de Wu de iniciar una nueva dinastía se vio torpedeado por uno de sus hijos a principios del 705, al derrocarla y restaurar la dinastía Tang. Zhonzong, después de ejecutar a sus ministros, obligó a su madre a abdicar y retirarse al Palacio del Alba, donde moriría unos meses después, acabando así con la primera experiencia femenina y budista de la historia de China.
Indudablemente, la historia nos indica que la violencia y los crímenes están asociados a la práctica del poder, y que esa «historia», además, la narra quien vence. Hoy tal vez tenemos la suficiente distancia histórica para medir a Wu Zetian con más justicia.
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Imágenes: Wikipedia