En Supercurioso investigamos una vez qué son esos puntos blancos que aparecen en nuestras uñas. En esta ocasión queremos fijarnos en esos remolinos en nuestra cabeza, fomados por nuestro cabello, que surgen para destrozar los estilismos más complicados. ¿Por qué están allí? ¿Por qué se empeña en ignorar tus intentos de peinarlos? Te lo contamos todo sobre los remolinos de nuestro cabello.
¿Qué son los remolinos del cabello?
Es innegable que los remolinos van hacia donde les place y si puede ser, siempre en dirección contraria al resto de cabello. Éste suele distribuirse en 3 direcciones: hacia atrás, hacia delante y hacia los lados.
De hecho, el típico remolino que solemos tener en la coronilla es el que ayuda a distribuirlos perfectamente. Se trata del punto central a partir del cuál se sitúa el resto del cabello.
Pero, ¿qué pasa cuando no tenemos un solo remolino, sino dos?
Aquí es donde empiezan los problemas. Estos remolinos suelen situarse cerca de la nuca o junto a la frente. ¿Por qué cuesta tanto peinarlos? Este remolino, de hecho, es un punto en que el cabello confunde qué dirección tomar y en este caos aparece este fenómeno capilar.
¿Cuándo se forman?
¿Qué dirección tomará el remolino?
Según el reputado genetista Amae Klar, existe una clara conexión entre la dirección de nuestros remolinos capilares y que seamos diestros o zurdos.
Según sus estudios, al menos el 90% de los diestros tenían remolinos que giraban en la dirección de las agujas del reloj, mientras que sólo un 10% contaba con la tendencia contraria. De hecho, descubrió que posiblemente de la misma forma que la genética determina que seamos diestros o zurdos, también determinará la dirección de nuestros remolinos, ya que un 50% de las personas zurdas o ambidiestras tenían remolinos en la dirección contraria a las agujas del reloj.
Aparentemente existe algún tipo de relación entre la dirección de nuestros remolinos y nuestro cerebro, seguramente determinada en nuestros primeros momentos de desarrollo, cuando se crea este remolino junto a la membrana cerebral. En cualquier caso, los científicos siguen investigando hasta qué punto existe una conexión entre estos dos elementos de nuestro cuerpo.
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