Nos fascina la idea de ser viajero del tiempo, poder ir atrás o adelante en el transcurrir histórico y ver con los propios ojos a esos personajes de los que hemos leído en los libros, o tal vez a nuestras familias.
¿Es eso posible? Hasta ahora la física indica que no, aunque han corrido historias que afirman que sí, que hay seres humanos capaces de viajar en el tiempo.
Rudolf Fenz, ¿un viajero del tiempo?
La historia lo ubica en Nueva York, en el verano de 1950. Es casi medianoche pero eso no impide que la calle esté llena de gente. De pronto, como salido de la nada, un hombre está en medio de la calle y parece confundido o distraído. A todas luces no reconoce dónde se encuentra ni el peligro que significa un automóvil en plena marcha, y sucede lo que ya te imaginas: fue atropellado, cayendo muerto en el asfalto.
Luego del obvio revuelo llegó la policía para realizar las averiguaciones del caso, y lo primero que llamó la atención de todos fue el aspecto del cadáver y la ropa que vestía: le calcularon unos 30 años, iba limpio pero con una ropa inusual, largo abrigo negro, chaleco y extraños zapatos con hebillas. Ciertamente, no era lo que se usaba en los 50.
Ya en la morgue, el contenido de los bolsillos impresionó a la policía: el muerto tenía billetes de banco muy antiguos y en perfecto estado, monedas que ya no estaban en circulación, unas tarjetas de visita a nombre de Rudolf Fenz y una carta con dirección de Nueva York dirigida al mismo nombre… la fecha, 1876.
¿Qué significaba aquello? ¿El muerto era el tal Rudolf Fenz? ¿Qué hacía con esos billetes que ya no se usaban? ¿Y la ropa?
En busca de respuestas la policía intentó localizar a algún familiar, pero no había nadie en Nueva York con aquel apellido, al menos no en los registros de la ciudad. La dirección de la carta tampoco dio más luces al asunto, pues allí no sabían de nadie con tal nombre. Y como les sonaba alemán o de Europa central, llamaron a los consulados y embajadas de Austria, Alemania y Suecia para conseguir lo mismo: nada.
A las pocas semanas del accidente, ubicaron una vieja guía telefónica de 1939, y allí apareció un Rudolf Fenz Jr. Inmediatamente fueron a la dirección, pero tampoco lograron dilucidar algo más, sólo que el Fenz Jr había muerto años antes con más de 70 de edad. Se les ocurrió que Fenz Jr fuera el padre del atropellado, pero en realidad no pudieron descubrirlo.
El caso pasó al Departamento de Personas Desaparecidas, y Hubert V. Rihn, tras incontables peripecias, logró ubicar a la viuda de Rudolf Fenz Jr. La declaración de la señora no podía ser más extraña: su suegro salió una noche a pasear y fumarse un cigarrillo, como todos los días, y no volvió más, nunca volvieron a escuchar de él, sencillamente desapareció… En los archivos oficiales de 1876, Rihn encontró la nota de la desaparición y una pequeña fotografía, que resultó ser de alguien ¡exactamente igual al atropellado!
Así, Rudolf Fenz se convirtió en el viajero del tiempo más documentado y su historia recorrió los diarios de la época. Un auténtico deslizamiento de tiempo, aunque fatal.
Pero, ¿en realidad Rudolf Fenz fue un viajero del tiempo, hay posibilidad de error en esta historia? La verdad… Rudolf Fenz no existió. Esta interesantísima anécdota, a la que han echado mano los asiduos de los fenómenos paranormales, no es más que un hoax… es decir, un engaño, un mensaje falso, un rumor. Y es que este extraordinario crononauta fue un invento de un escritor norteamericano de ciencia ficción.
¿Y cómo se supo? Chris Aubeck es un implacable buscador de crononautas, con residencia en España y con una labor detectivesca aplicada a los ovnis y a otros fenómenos inexplicados. Este londinense se topó con la historia del viajero del tiempo y decidió hurgar hasta lo último, hasta encontrar de dónde provenía Rudolf Fenz. Y fue así como se dio cuenta de que casi toda la información disponible estaba en español y no en inglés, como cabría esperar, dado que Fenz era norteamericano.
Leyendo libros y artículos que le fueron remitiendo poco a poco hacia atrás, a modo de hilo de Ariadna, fue de España a Francia, de Italia a Noruega, y de allí a Estados Unidos, y al fin al artículo de donde parecía comenzar todo: apareció en The Journal of Borderland Research, mayo/junio, 1972, cuyo autor, Vincent H. Gaddis narraba el caso de Fenz y hasta habló de Ralph M. Holland, de quien escuchó la historia.
Aubeck siguió investigando y descubrió que Ralph M. Holland y la Borderland quisieron atraer al público generando una leyenda, pero lo increíble es que Holland no fue quien inventó a Fenz. Holland se basó en un relato de Jack Finney, escritor de ciencia ficción bastante conocido. El cuento de Fenz formaba parte de un corto relato llamado “Estoy asustado”.
Lo increíble de todo es que este cuento no haya sido suficientemente famoso como para que la gente no supiera que era eso, sólo un cuento. Tal vez las ganas de creer sean más fuertes que la voz de la razón.
Y tú, ¿conoces algún otro viajero del tiempo, real? Te invitamos a descubrir 5 teorías sobre los viajes en el tiempo.