Poca gente imaginaría que la CIA contó con sus “hombres de negro” de verdad, encargados de evaluar si determinados informes apuntaban al avistamiento de un ovni real, pero es así, y justamente durante los primeros años de esta organización, entre sus principales funciones tenía la de proteger a Estados Unidos de cualquier amenaza exterior, y estarás de acuerdo en que no hay nada más exterior que un ovni real.
El sistema de la CIA en los años 50 para identificar un OVNI real
Poco después del final de la Segunda Guerra Mundial, diferentes dependencias del gobierno estadounidense recibieron tantas denuncias de avistamientos de objetos extraterrestres que decidieron tomar en serio el asunto, creando un comité de investigación en la Fuerza Aérea de Estados Unidos y un pequeño departamento en la recién creada Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Hoy en día se conoce más el papel jugado por la institución militar que entre 1952 y 1969 llevó adelante el Proyecto Libro Azul, que registró más de 12.000 informes, y en el que al menos unos 700 podrían corresponderse con el avistamiento de un ovni real.
La CIA por su parte prestó atención a este fenómeno que otros observadores descartaban y atribuían a una especie de histeria colectiva, en primer lugar, porque los avistamientos podían corresponderse con vuelos de aviones espías rusos sobre territorio norteamericano, o con otra clase de actividades de origen humano que podían constituir una amenaza para la seguridad nacional. Su participación junto a la Fuerza Aérea la llevó a crear una lista de 10 pasos en torno a cómo proceder ante un informe de avistamiento de un ovni real o no. Los pasos eran los siguientes:
1. Crear un grupo para determinar si se trata de un ovni real. Este paso se cumplió con la creación del Proyecto Libro Azul.
2. Definir la dirección de la investigación: si se trataba de una amenaza o no; si se trataba de un objeto avanzado tecnológicamente y relatar cómo se había producido el encuentro.
3. Consultar expertos. Para determinar si se trataba de un ovni real, la CIA contactó con físicos, ingenieros, biólogos, astrofísicos y meteorólogos, entre otros profesionales.
4. Organización y clasificación. La CIA y la Fuerza Aérea elaboraron en conjunto una serie de cuestionarios que incluían datos como fecha, hora, lugar del avistamiento, posición en el cielo, forma del objeto, etc., con el fin de poder determinar si se trataba del encuentro con un ovni real o no.
5. Determinar si eran “falsos positivos”. El cuestionario ayudaba a determinar si se trataba de un fenómeno de la naturaleza, el paso de alguna aeronave, un globo aerostático o había otra clase de explicación lógica y natural, en vez de tratarse de un ovni real.
6. Determinar si se trataba de misiones secretas. Durante las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra varias compañías desarrollaron aeronaves sofisticadas para el gobierno de los Estados Unidos y no todas sus agencias eran informadas, mucho menos sus ciudadanos, por lo que no era inusual que algún vuelo de prueba fuese confundido con el paso de un ovni real.
7. Examen de las pruebas presentadas por los testigos del encuentro cercano: fotografías, dibujos, vídeos, grabaciones.
8. Realizar experimentos para reproducir el avistamiento, y descartar así los “falsos positivos”.
9. Recopilación de pruebas y evidencias en el sitio de encuentro. La orden general era entregar cualquier material que se encontrase a la Fuerza Aérea, para ser analizado en su laboratorio.
10. Capacitación de los agentes para descartar los casos de avistamiento que fueran falsos positivos y para aclarar dudas entre los testigos sin generar sospechas.
Aunque la CIA dejó de prestar atención a los avistamientos ya a principios de los 50, por no considerarlos una amenaza para la seguridad, la Fuerza Aérea continuó investigando hasta fines de los 60, y prueba de que la gente no está convencida de que todos los encuentros fueron observaciones erróneas es que el interés por los ovnis continúa vivo en el mundo, aunque siga sin confirmarse un encuentro con un ovni real.
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