¿Has escuchado hablar de una escuela en donde no sea obligatorio asistir a clases, en donde la asignatura más importante sea el juego o en donde las normas escolares se dicten en una asamblea general y tanto alumnos como profesores tengan el mismo peso a la hora de decidir?
¿Qué dirías si tuvieses la oportunidad de estudiar el bachillerato en una institución como la que describimos? Y si eres padre o madre, ¿te gustaría mandar a tus hijos a ese sitio?
Ven con Supercurioso a ver de qué va esta escuela.
Alexander Neil y la educación
Así fue el modelo de escuela que fundó en 1921 este profesor británico, totalmente en desacuerdo con la pedagogía convencional. Ya en 1919 había trabajado con otro pionero en educación libre, Homer Lane, cuya influencia es innegable dentro del movimiento de “Escuela nueva” que promovía la libertad de los niños en la escuela.
Neil, sin embargo, se deslindó de Lane por considerar que los maestros allí eran demasiado teorizantes y “timoratos” al aplicar las ideas a la práctica.
En 1924 Summerhill comienza a tener cierta difusión en la prensa, y en 1927 la traslada a Leiston, al nordeste de Gran Bretaña.
Neill pensaba que la educación no debía ser impuesta y que no era para “formarse mejor” con miras sólo a entrar en el mundo competitivo de las universidades, sino para “ser feliz”. Su propuesta, revolucionaria incluso en nuestros días, era:
“He descubierto una solución. Intentaré que mis alumnos comprendan. Sí, comprender es la palabra. ¿Comprender qué? Deseo que comprendan qué significa la vida, deseo enseñarles, o más bien ayudarles a que encuentren una actitud. La mayoría de lo que les enseño lo olvidarán en un año o dos, pero una actitud se conserva toda la vida. Deseo que estos muchachos y muchachas adquieran el hábito de ver la vida con honradez”.
Y también decía: “La necesidad de la felicidad del niño debería ser la meta en todos los sistemas educacionales. En cuanto a la escuela, ésta debería ser juzgada por los rostros de los pupilos y no por los resultados académicos”.
Esta última declaración quizá ha sido una de las más importantes a la hora de hablar de las “desventajas” de este sistema: la aparente poca preparación de los estudiantes al enfrentarse al “mundo real” de las calificaciones.
Summerhill y la libertad
Desde el comienzo, esta escuela fue “especial”. Al entrar, se dejaba en claro que el niño o niña tenía absoluta libertad de hacer lo que quisiera, de asistir o no a clases. La única regla era básica e inquebrantable: la libertad de hacer lo que se quiera sin interferir en la libertad de los otros, o de entorpecer el funcionamiento de la vida colectiva.
Naturalmente, esto sólo podía hacerse en un ambiente cerrado, y de hecho Summerhill es un internado.
Al comienzo, casi todos los alumnos faltaban a clase porque se dedicaban a jugar, que es lo que más les gusta a los niños. Pero eventualmente se cansaban, y cuando les parecía suficiente juego, empezaban a asistir voluntariamente a las aulas. No había tampoco obligatoriedad en cuanto a cursar determinadas asignaturas, sino las que cada uno prefiriera.
La escuela se regía por una asamblea general con el poder de dictar leyes, hacerlas cumplir y sancionar a quienes las incumplieran, a través de un tribunal, y en ella tanto los profesores como hasta el menor de los alumnos tenían igual derecho al voto.
Neill pensaba que la práctica democrática de esta asamblea poseía un valor educativo “superior a una semana de currículo escolar”. Es declaradamente antiautoritaria.
La asistencia a la asamblea tampoco era obligatoria, pero los índices de participación eran elevadísimos porque nadie deseaba quedar al margen ni de los problemas discutidos ni de las normas aprobadas para solucionarlos.
El amor y el respeto eran tomados como base de la convivencia.
Summerhill y el miedo a la libertad
Detractores y muchos de sus partidarios se unieron en contra de este tipo de escuelas, porque piensan que “demasiada libertad” conduce al libertinaje. Nada más lejos de Neill, quien proponía más bien la autorregulación y el autogobierno, y que mientras más pronto los humanos aprendiéramos a hacerlo más felices creceríamos.
Sin embargo, Summerhill ciertamente ha enfrentado numerosas críticas, sobre todo en lo referente al nivel académico, aunque al respecto puedes consultar algunos testimonios de ex alumnos y su experiencia en esta escuela en el enlace siguiente, https://educaciondemocratica.wordpress.com/.
Una de las principales razones por las que las escuelas tradicionales se reproducen más que las escuelas libres o democráticas es porque los mismos padres se resisten a dejar los modelos de jerarquía de “padres” e “hijos”, los pedagogos en general (no todos, afortunadamente) sienten que pierden autoridad cuando no se imponen por la fuerza y porque una educación “normal y generalizada” siempre será más fácil que tomarse el trabajo de preguntar y averiguar qué es lo que siente cada persona.
Sin duda podríamos encontrar numerosos detalles con los que no estar de acuerdo con Neill, como pensar que los niños, necesitan de ciertas reglas o límites, o de que sí es importante un método de enseñanza; pero lo que es innegable es el tremendo paso que significa aprender a ser libres sin hacer daño a los demás y enriquecer la creatividad y la singularidad.
Formar seres humanos felices y libres probablemente nos aleje de las guerras, la locura y los males sociales.
Summerhill sigue abierta, a pesar de algunos intentos por cerrarla. Actualmente el gobierno británico llegó al acuerdo de aceptar la no obligatoriedad de las clases e incluso de proteger la escuela.
A día de hoy es la “escuela libre” más antigua del mundo.
¿Qué piensas sobre este método de enseñanza? Y si quieres conocer otro profesor extraordinario, no dejes de leer nuestro artículo sobre Janusz Korczak.