Cuando uno ve por primera vez un tanque de flotación, no puede evitar recordar todas esas películas de ciencia-ficción donde los protagonistas despiertan de sus cámaras de sueño tras haber realizado un larguísimo viaje por el espacio.

Aún más, si has visto la serie Fringe, sin duda recordarás también ese tanque tan peculiar donde la protagonista se sumergía con la ayuda de Walter Bishop para entrar en la conciencia de otra persona. A simple vista, estos tanques llenos de simple agua salada, nos invitan a soñar con múltiples posibilidades.

Ahora bien, la realidad es algo más sencilla pero no por ello menos fascinante. Quienes hacen uso habitual de los tanques de flotación comentan que llegan a un estado de conciencia tan singular, que encuentran el equilibrio interior de la misma forma que si hubieran estado meditando una semana entera.

Un tema sin duda curioso del que hoy queremos hablarte. ¿Nos acompañas?

Tanques de flotación: un modo de llegar a otro estado de conciencia

Es como estar en el útero materno, como retroceder en nuestro ciclo vital e incluso ahondar en una parte muy profunda y serena de nuestro propio cerebro. Resulta casi adictivo.

Los tanques de flotación están de moda y no es fácil ni económico hacernos con uno para tenerlo en casa: requiere espacio y un buen mantenimiento. La única posibilidad es acudir a un centro especializado en terapias de relajación, o en algún spa (unos 50 minutos en el interior del tanque puede costarnos entre 25 y 40 euros)

Ahora bien, algo que te sorprenderá saber que estos cubículos singulares se vienen utilizando en realidad desde los años 50.

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¿Y cuál es su finalidad? A lo largo de los años 50 el interés era básicamente científico: aislar sensorialmente a una persona para descubrir cómo reaccionaba el cerebro. Fue el famoso neurofísico estadounidense John C. Lilly el primero en intentar sacar el máximo partido de estos instrumentos.

Si nunca has oído hablar de John C. Lilly es importante detenernos en este punto. Su figura y su trabajo son un claro ejemplo de la cultura psicodélica, era un explorador de la mente, y un apasionado del cerebro humano, quien lo equiparaba a un universo interconectado en el cual sumergirse a través de las drogas y… Los tanques de flotación.

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El doctor Lilly no utilizaba estas cámaras como simple instrumento de relajación comos se hace ahora, en absoluto. Si al inicio te hablábamos de Fringe, no nos equivocaríamos si te dijéramos que Bishop y Lilly podrían tener «mucho en común». Este último, usaba los tanques como proxys para navegar al hiperespacio a través de la mente, junto con altas dosis de LSD. Su figura, merecería sin duda un artículo a parte, puesto que fue un auténtico psiconauta digno de estudio.

Veamos ahora las características básicas de lo que te puedes encontrar si te decides sumergirte en un tanque de flotación:

  • El agua y el aire que contiene el tanque están a la misma temperatura de la piel.
  • El agua es muy salina, lo bastante para poder flotar en ella.
  • La cámara, una vez se cierra, quedas o bien en oscuridad o en una luz lo bastante relajante pero a la vez serena y poco estimulativa.
  • Se debe estar como mínimo una hora en el interior. Es como estar en el útero materno, algo que a mucha gente le sirve para relajarse, aliviar migrañas y alcanzar incluso el famoso»estado theta«, un estado entre la somnolencia y el trance donde rozar un estado de conciencia más elevado, más iluminado y sin duda expansivo.

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Toda una experiencia a descubrir, porque si hay algo que queda claro, es que cada persona lo vivirá de un modo dependiendo de aquello que busque. Así que dinos… ¿has estado en un tanque de flotación alguna vez? No olvides dejarnos tu comentario y recordar nuestro artículo sobre los onironautas, las personas que pueden controlar sus sueños.