Los animales han ayudados a los seres humanos a realizar un gran número de tareas que han aliviado los quehaceres de la vida cotidiana. Vigilantes, cazadores, porteadores…un sinfín de «profesiones», pero entre ellas existió una que se asemejaba más a la esclavitud que a una labor animal. Era la que realizaban los Turnspit, la raza de perros esclavizada en las cocinas inglesas, suerte que los canes eran sumamente inteligentes y en cuanto podían se libraban del «trabajo».
Turnspit, los perros de las cocinas inglesas
El turnspit es una raza de perros que ya no existe, solo podrás verlos en grabados antiguos o descritos en libros. Cuando dejaron de ser útiles en las cocinas y como era un tipo de can humilde y muy común, que no se distinguía por su bella estampa, nadie tuvo interés en conservar la raza.
El turnspit era un perro que tenía las piernas cortas, el cuerpo largo y la mirada triste. Se criaba exclusivamente para trabajar en las cocinas inglesas. ¿Cuál era su cometido? Hacer girar una rueda que movía una manivela que a su vez hacía girar los asados en el fuego de la chimenea de la cocina. Al igual que hoy en día vemos girar los pollos en las máquinas de asar a l’ast, para que queden perfectamente asados por todos sus lados a la vez, alguien inventó un artilugio en el que un pobre turnspit era la fuerza motora.
Otro nombre del Turnspit era «Vernepator». Solían trabajar dos canes por turno en las cocinas, ya que como el trabajo era extenuante un solo ejemplar hubiera muerto extenuado rápidamente. En 1853, John George Wood describió el trabajo de los turnspit y explicó que cuando una pareja de canes trabajaba junta eran capaces de saber el rato que tenían que hacer girar la rueda y si los amos no se encargaban del relevo, saltaba de la rueda y conseguía que el compañero se pusiera en su lugar para completar el trabajo.
Cuando empezaron a mecanizarse las cocinas, primero se fabricaron unos aparatos que se movían por aire y más tarde se añadieron a los hornos pequeños motores que hacían girar el espetón en el que se ensartaban el asado y los turnspit ya no fueron necesarios por lo que la raza se extinguió.
Estos perros también tuvieron otra curiosa ocupación extra: eran utilizados como calientapiés en algunas iglesias. Se explica la anécdota de que en un templo de Bath varios feligreses habían acudido con sus perros turnspit para que les calentaran las extremidades inferiores. El pastor, en un momento dado dijo: «Ezequiel vio la rueda...» y al oír esa palabra, automáticamente los perros que estaban a los pies de sus amos se acercaron a la puerta para regresar a las cocinas y empezar con su trabajo diario.
Para finalizar, otra curiosidad sobre estos laboriosos canes: la reina Victoria tuvo como mascotas a dos de estos perros jubilados.
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