Muchas personas se plantean en vida aquello que querrán que ocurra en los momentos inmediatamente posteriores a su fallecimiento. No estamos hablando únicamente de testamento, ya que este suele tardar una media de 15 días en ser leído, sino también de unas voluntades anticipadas que deben ser cumplidas desde un primer momento. Seguro que conoces a alguien que, acosado por una grave enfermedad, ha dejado dispuesto cómo quería, por ejemplo, que transcurriera su funeral. Acompáñanos a conocer 6 impactantes últimas voluntades de escritores famosos.
6 últimas voluntades de escritores famosos
1. Virgilio
El autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas murió en Brindisi el 19 a.C. Su último deseo fue que, tras su fallecimiento, la Eneida fuera quemada. Esta petición se debía a que únicamente había podido completar 12 libros y al estar inacabada no creía que su obra debiera sobrevivirle. Afortunadamente, el emperador Augusto y el poeta Lucio Vario, amigo de Virgilio, no hicieron caso y la publicaron.
2. William Shakespeare
Shakespeare falleció en 1616. En su testamento había un añadido en el que dejaba a su esposa Anne Hathawayí, (sí como la actriz de Hollywood) su «segunda mejor cama». Este hecho ha levantado numerosas especulaciones. Los historiadores suelen coincidir en que legar una cama en buenas condiciones era algo muy valioso. El que le legara la «segunda» mejor cama creen que se debe al hecho de que las costumbres en la época Isabelina hacían que se dejara la primera cama para los invitados y en realidad le dejó el lecho matrimonial.
3. Marques de Sade
Donatien Alphonse Francois, marqués de Sade, dejó escrito que a su muerte no quería que se le practicase ningún tipo de autopsia y quería ser enterrado en el bosque cercano a su hogar de manera que de su tumba no quedara rastro, sin ningún tipo de cruz que la identificase. Falleció en 1814.
«Prohíbo absolutamente que mi cuerpo sea abierto bajo ningún pretexto.»
Durante un tiempo se respetó esta última voluntad, pero su cráneo fue finalmente exhumado a petición de un grupo de psiquiatras.
Tampoco se respetó el deseo de ser enterrado en el bosque, ya que su casa había sido vendida sin su consentimiento y fue enterrado en el cementerio de Charenton con una cruz.
4. Charles Dickens
Charles Dickens murió en 1870. Dejó dispuesto como última voluntad que no se publicitara su entierro y que no hubieran pompas fúnebres de carácter social y que no se le hicieran monumentos ni placas conmemorativas.
«…que se me entierre de una manera barata, sin ostentación, y en estricta privacidad, que no se haga anuncio público de la hora o el lugar de la sepultura…»
No se le hizo mucho caso, ya que al parecer su funeral tuvo un gran cortejo fúnebre.
5. Robert Louis Stevenson
Robert Louis Stevenson falleció en 1894. Había pedido ser enterrado en el monte Vaea en Samoa. Los samoanos lo sepultaron en la ladera de la montaña con vistas al mar. En Samoa pasó sus últimos años y era muy apreciado por los lugareños.
En su tumba está escrito, en una lápida de bronce, un fragmento de un poema que había escrito en su obra Underwoods en 1887.
«Bajo el inmenso y estrellado cielo,
cavad mi fosa y dejadme yacer.
Alegre he vivido y alegre muero,
pero al caer quiero haceros un ruego.
Que pongáis sobre mi tumba este verso:
Aquí yace donde quiso yacer;
de vuelta del mar está el marinero,
de vuelta del monte está el cazador.»
6. Bernard Shaw
Bernard Shaw falleció en 1950. No quería ningún servicio religioso en su despedida y pidió especialmente que su lápida:
«…no tome la forma de una cruz o cualquier otro instrumento de tortura o símbolo de sacrificio de sangre.»
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Imagen: Mary Evans