Si hacemos el ejercicio de imaginar las ciudades del futuro, quizás primero debemos escapar de los clichés de las novelas futuristas con ciudades llenas de robots, autos voladores o un Gran Hermano omnipresente y vigilante, y pensar más en los problemas reales que ahora mismo padecen ciudades de todo el mundo y en qué todo lo que podemos hacer para solucionarlos. La contaminación, la sobrepoblación, la pobreza, la escasez de viviendas dignas y la necesidad de espacios saludables y de ocio son algunos de los grandes retos de nuestras ciudades. Unos restos cuyas soluciones pasan por priorizar la transformación, el reciclaje y un cambio hacia una vida urbana saludable y sostenible.
Sea como fuere, y con más de la mitad de la población mundial viviendo en ciudades, los proyectos actuales de mejora urbana ofrecen dos modelos de ciudades del futuro: la ciudad ecológica y la ciudad inteligente.
La ciudad ecológica
Nuestras ciudades han cambiado mucho en las últimas décadas. Las nuevas tecnologías han contribuido a crear ciudades tecnológicas en las que se puede acceder a numerosos servicios vía online o se construyen edificios inteligentes, pero se siguen manteniendo problemas como la contaminación provocada por automóviles y aires acondicionados, la falta limpieza y el daño ecológico que basuras y alcantarillado.
Para hacer frente a estos problemas se diseña una ciudad en la que ciudad inteligente es sinónimo de ciudad ecológica. Una ciudad sostenible en la que todos los vehículos sean eléctricos y se use mucho más la bicicleta. Se busca que la ciudades se conviertan en espacios neutros en carbono, mejorando la calidad del aire. Asimismo, en estas ciudades ecológicas conviven en los rascacielos oficinas y espacios verdes: auténticos invernaderos flotantes que actúan como pulmones y recuperan la tradición hortifrutícola de las ciudades antiguas.
Estas ciudades ya comienzan a ser una realidad en proyectos tan espectaculares como el observatorio de delfines de Dublín como medio para estudiar la calidad del agua de la Bahía de Galway y forma de conocer las especies a pescar en cada momento; la instalación de paneles de control en los que se recogen datos y se informa de la gestión de residuos, número de puestos de trabajo disponibles en la ciudad, uso de la energía o ubicación y número de desfibriladores ubicados en edificios en la ciudad y alrededores para atender de inmediato y en cualquier punto un ataque cardíaco. Otros trabajan en el desarrollo de hogares con paredes inteligentes que puedan moverse para generar nuevos espacios según la necesidad de los ocupantes;o planes de adopción de árboles, plan ya existente en Madrid, para concienciar de las necesidades medioambientales de la ciudad.
La ciudad inteligente
Otro de los modelos aboga por una ciudad inteligente y centralizada en la que Internet conecta todo y los espacios funcionan mediante una red de sensores que recogen todo tipo de datos a fin de que todo funcione de manera inteligente y eficiente. Un paisaje en el que abundan carteles con mensajes personalizados, así como la señalización digital de todo tipo de datos a fin de mantener informados a los ciudadanos en todo momento. Toda una gran de servicios que harán nuestra vida más cómoda y fácil. IBM dispone de unos 2.000 proyectos desarrollándose en ciudades de todo el mundo en los que se trata desde prevenir el delito, como es el caso de Portland; hacer un consumo inteligente del agua, como es el caso de California, o diseñar un sistema de transporte inteligente como ya se está realizando en ciudades chinas como Zhenjiang.
Los peligros de las nuevas ciudades
Pero, ante la injerencia y el papel que las grandes compañías tecnológicas están tomando en la modernización y optimización de las ciudades, se plantean numerosos recelos sobre el uso que estas compañías harán de los datos privados de los ciudadanos. Así, ¿hasta qué punto estas nuevas tecnologías convierten a las ciudades en esclavas de la obsolescencia de los sistemas informáticos? Y, por otra parte, ¿hasta qué punto se respetará la privacidad de los ciudadanos y se perderán libertades individuales?
IBM señala que la recogida de datos requiere el consentimiento de los ciudadanos y que es también una forma de implicar al ciudadano en la mejora de su entorno y que sea más consciente de la necesidad de comenzar a cambiar hábitos de consumo, reciclaje y transporte. Algo que se consigue al enfrentar al ciudadano a la realidad de sus datos de su consumo. Según los analistas, el poder del grupo será crucial en las ciudades del futuro, pero no un poder en el que los ciudadanos se muevan en bloque como un regimiento de soldados siguiendo un comandante, sino como un banco de peces que se van moviendo de forma natural siguiendo las señales sociales y de conducta de sus vecinos y tomando un camino común.
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