Debido al aumento de la temperatura global –llevamos varios años con récords mundiales en este aspecto–, y a la recurrencia de fuertes y prolongadas sequías en todo el mundo, fenómenos anteriormente raros de ver, como el tornado de fuego, han empezado a ser más avistados con mayor frecuencia.
Los grandes incendios en Estados Unidos, Canadá y Australia han mostrado algunas de estas impactantes columnas, conocidas también como “dedos del diablo”, pero no siempre son producidas por incendios naturales.
Tornado de fuego o «dedo del diablo»: EXISTE
Si has sido bombero forestal voluntario, o conoces a alguno, seguramente te habrán hablado de las características especiales que se generan en el interior de un gran incendio: las altas temperaturas generan corrientes de vientos y variaciones climáticas, que pueden ir en oposición a las condiciones meteorológicas que rodean la conflagración. En su interior las llamas pueden cambiar de dirección, pueden crearse delgados y altísimos remolinos de cenizas o, en el peor de los casos, aunque hasta hace poco era muy raro verlo, un tornado de fuego.
Un tornado de fuego se da sobre todo en grandes incendios forestales, en los que se combinan determinadas condiciones de viento, temperatura y topografía para crear una columna de fuego girando en torno a un eje, y que puede ir desde los 10 metros de alto hasta 1 kilómetro, y durar desde unos cuantos minutos hasta media hora, destruyendo todo a su paso.
En este milenio han podido fotografiarse algunos tornados de fuego en los grandes incendios forestales de California, pero los mayores y más famosos han sido producto de la inventiva humana.
Durante la Segunda Guerra Mundial, bombardeos muy intensos sobre ciudades generaron tornados de fuego en ciudades como Hamburgo (45.000 muertos), o Dresde (entre 25.000 y 40.000 personas). El tornado de fuego de Dresde es más recordado porque en la ciudad se encontraba como prisionero de guerra el escritor norteamericano Kurt Vonnegut, quizás el primero en describir el “dedo del diablo” en su novela Matadero Cinco.
Dresde, una ciudad que no constituía un blanco militar, recibió unos 4 ataques entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, en el que participaron más de 1.000 bombarderos estadounidenses y británicos, que lanzaron más de 4.000 toneladas de bombas sobre una pequeña ciudad, creando un tornado de fuego que el mismo Vonnegut calificó años después como un “Armagedón”.
Por décadas este bombardeo se mantuvo como un secreto de estado, y aún hoy se discute si tuvo algún sentido. Como ves, el “dedo del diablo” puede ser parte de una mano humana.
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