Sí, lo sabemos. Somos conscientes de que se puede vivir sin wifi, que es posible pasar una o dos horas sin mirar nuestro teléfono móvil, sin ver las actualizaciones en nuestras redes sociales, consultar el correo o escribir en el WhatsApp… Sin embargo ¿Te has dado cuenta de lo despacio que pasa el tiempo?

Si tú también eres adicto al wifi, estamos seguros de que estarás de acuerdo en que no hay mejores paraísos que esas zonas donde encontramos un cartel de «Free WiFi», que no hay mayor condena que ver cómo nuestros dispositivos pierden repentinamente la cobertura o cómo nuestra tarifa de datos, nos impide subir ese fantástico selfie que acabamos de sacarnos…

Si estás de acuerdo con todo esto, entonces está claro que tú también eres un «adicto al wifi» y que, seguramente, estarás de acuerdo con estos puntos…

1. ¡Nos vamos de viaje! Ya… ¿Pero podré estar conectado?

¡Estupendo, llegan vacaciones y nos vamos de viaje! La idea te emociona, pero luego cae sobre ti una nube de oscuridad… ¿Si me voy al extranjero, seguiré teniendo Internet en el móvil? ¿Me podré conectar? Es posible que en este momento tu pareja o tus amigos te miren con cara de «asesinos en serie» echándote en cara que ni en vacaciones puedas librarte de tu adicción.

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Te aseguras antes de irte de que el hotel en el que vais a estar tiene wifi, te aseguran que así es y respiras aliviado. No obstante, al llegar a la habitación, antes de deshacer las maletas, quieres comprobar que, efectivamente, tus dispositivos tienen cobertura.

¡Pero no, no puedes! ¡SOS! Entras en «modo pánico», entonces, acudes a la velocidad del rayo a recepción para reclamar, y es entonces cuando te indican con amabilidad, que dispones de wifi gratis en la zona común del hotel, es decir, en el hall. Cuando te diriges allí, te encuentras con 40 personas más, todos tan desesperados como tú.

2. Ese amigo que no tiene Internet en el móvil… ¡Y que es feliz!

Así es, todos nosotros tenemos algún amigo que dispone de móvil porque no tiene más remedio, por razones de laborales o simplemente, para estar conectado «a regañadientes» con el resto de mundo. Sin embargo, es reacio a tener conexión a Internet, es más, lidera esa especie de movimiento «anti-WhatsApp», «anti-Facebook» y «anti-Twitter» con el cual, nos demuestra que se puede vivir con mayor libertad y felicidad.

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Y lo respetamos, no hay duda. Sin embargo, es nuestra mirada amenazante cada vez que nos ve escribir en el móvil o consultar un correo, él la voz de nuestra conciencia que nos indica con aire paternal, aquello de «¡Pero qué enganchado estás! ¡No tienes vida propia!».

3. La ardua estrategia para encontrar cobertura

Esos días en que hemos de ir al pueblo de nuestros abuelos, a esos escenarios recónditos donde la cobertura viene y va como el volar de los pájaros, una desesperación ante la que hemos de concienciarnos con técnicas de yoga o infusiones de pasiflora. Y tú lo sabes bien, todos esos rincones del mundo donde no hay wifi, es como un misterioso Silent Hill donde es mejor no entrar.

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Nosotros buscando una red wifi

En algún rincón de ese pequeño pueblo hay cobertura, te aseguran, como quien habla de un tesoro jamás encontrado, y para hallarla, no tenemos más remedio que alzar el móvil como ese cetro mágico que necesita de «un rayo sobrenatural» para que se obre el milagro. Y cuando lo encontramos, cuando por fin vemos aparecer el simbolito del wifi en el móvil saltamos de felicidad viendo cómo nos llegan los mensajes atrasados, los correos…

No nos atreveremos a movernos de ahí en buen rato, ni siquiera a respirar, es como encontrar un portal a un universo paralelo, la entrada a la cuarta dimensión… Aunque, obviamente, sólo durara unos minutos.

4. La peor maldición: velocidad L-E-N-T-A

Tienes que terminar un proyecto, tienes una entrevista por Skype o tienes que enviar ese informe a tu profesor, a tu jefe, a un amigo…¡Es muy urgente! Sin embargo, tu conexión a Internet ha decidido firmemente que quiere hacerte desesperar. Es como si alguien, una especie de Gran Hermano, quisiera hacerte la vida imposible.

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Ves la pantalla suspendida, congelada y no sabes qué hacer. Enchufas y desenchufas, pones el router de mil maneras diferentes, invocas a los ángeles, o a esos conjuros que aprendiste con los libros de Harry Potter, pero nada…

5. Nunca le robarás el wifi al vecino de enfrente

En efecto, en esos días en que Internet te funciona en casa con especial lentitud, pruebas suerte con las redes de tus vecinos, esperando que haya algún descuidado que no proteja su conexión. Sabes que es ilegal, amoral, feo e indecente… Sin embargo, te dices a ti mismo, que de solo será un minuto, que solo consultarás el correo….¡Y lo haces, te conectas, porque en efecto…Solo será un minuto!

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Para cuando te das cuenta, ya es media noche. Llevas varias horas y el cargo de conciencia te hará ir de cabeza al círculo más profundo del infierno de Dante.