El 8 de septiembre de 1966 se inició el viaje espacial más famoso de la historia de la televisión mundial, Star Trek (Viaje a las estrellas), con una pantalla negra llena de puntos luminosos y la voz en off del actor William Shatner, el capitán James T. Kirk, diciendo:
El espacio: la última frontera. Éstos son los viajes de la nave estelar “Enterprise”, en una misión que durará cinco años, dedicada a la exploración de mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones, hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar.
50 años de Viaje a las Estrellas
Medio siglo después, la nave Enterprise continúa viajando a mundos desconocidos, arrastrando con ella a millares de fanáticos de todo el mundo y conocidos como trekkies. Para muestra un botón: en 2016 la Casa Real de la Moneda de Canadá emitió varias monedas conmemorativas de la serie, y no es porque Canadá quede en Vulcano, sino porque al menos dos de los actores principales de la serie original, William Shatner y James Doohan (que encarnó a Montgomery Scott, “Scotty”), provienen de este país.
Es probable que ni siquiera su creador, Gene Roddenberry, hubiera previsto el extraordinario éxito de esta serie, sobre todo porque apenas duró tres temporadas, antes de ser cancelada en 1969, el mismo año que los humanos llegaron a la Luna. En la década de los 70, gracias a las repeticiones de los 79 capítulos de las tres temporadas, la serie se fue volviendo cada vez más popular, y terminó inspirando cinco series de televisión y 13 películas (contando la que se estrena en julio de 2016), además de videojuegos y un club de fanáticos y seguidores sumamente singular.
¿Por qué el éxito de esta serie? Quizás porque en el fondo tenía una visión optimista del futuro de la humanidad (miembros de una federación de planetas, con colonias en otros lugares de la galaxia), y veía a los humanos todos como una sola especie, en una década donde en Estados Unidos se luchaba por los derechos civiles de la población de color.
En este aspecto, la serie marcó dos hitos en los que participó Nichelle Nichols (la teniente Uhura): al ser la primera actriz de color con un papel protagónico en la televisión estadounidense, y al participar en el primer beso interracial transmitido por este medio.
En muchos de los guiones de Viaje a las estrellas participaron varios de los mejores escritores de ciencia ficción norteamericana de los años 60, como Robert Bloch, Harlan Ellison o Theodore Sturgeon, lo que en parte explica que tantos detalles tecnológicos esbozados se hayan vuelto realidad en los años siguientes: como los teléfonos celulares, las pantallas táctiles, las puertas automáticas o el uso de la resonancia magnética.
Todavía estamos muy lejos de usar antimateria para propulsarnos, o de crear un sistema de teletransportación, pero también es cierto que falta mucho para el siglo XXIII.
Otro factor que pudo influir en la trascendencia de esta serie fue el hecho de haber tratado temas candentes y de actualidad en los años 60, y aún hoy día, como la sexualidad, la discriminación, la guerra mundial, o nuestra relación con la ciencia y con las religiones.
Roddenberry, el creador de la serie, está entre las primeras 25 personas cuyas cenizas fueron esparcidas en el espacio. Para ello se aprovechó el lanzamiento de un satélite español desde Gran Canaria, en 1997.
Es probable que la fascinación de Viaje a las estrellas se prolongue por varias décadas más, o mientras sigamos considerando el espacio como la última frontera. Sí es así, esta serie del pasado milenio tiene un futuro de lo más prometedor.
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