En Supercurioso te hemos presentado a Carole Compton, la bruja del siglo XX y también te hemos hablado de muchos de los aspectos de la vida en la Edad Media. Como recordarás, la figura de la bruja ha sido muy temida a lo largo de la historia, pero especialmente en la época medieval y a principios de la época moderna, en las que a todo lo que no encajaba con las creencias o conocimientos del momento se lo tildaba de mágico o maldito. En este sentido, las mujeres recibieron un terrible trato y muchas fueron quemadas y torturadas por ser, supuestamente, «brujas». Estas acusaciones generalmente estaban basadas en características que hoy en día no nos parecen demasiado «paranormales». ¡Descubre qué rasgos identificaban a las brujas en la Edad Media y la Edad Moderna! ¿Serías una de ellas?
1. ¿Eres una mujer? Entonces, ¡bruja!
A lo largo de la historia la mujer no ha sido especialmente bien considerada, empezando por algunas instituciones religiosas, que tanto poder tuvieron en la Europa medieval. Por ello, no es de extrañar que antiguamente se creyese que teníamos más inclinación hacia el pecado que los hombres. Como «herederas de Eva», el pecado estaba en nosotras por nuestra condición de mujer (por si todo lo que conllevaba pertenecer a nuestro género, sobre todo en aquel momento, fuera poco).
Así, las mujeres podían ser fácilmente acusadas de brujas, usando como base de tal denuncia el mero hecho de ser una fémina. Empezamos bien…
2. Tienes una mejor amiga o un grupo de amigas… ¡Aquelarre seguro!
Si en las Edades Media o Moderna tú y tus amigas hubieseis quedado solas para charlar un rato y no hubieses traído un acompañante masculino como carabina… ¡se os podría acusar de aquelarre! Estas reuniones femeninas se podían considerar encuentros para adorar al diablo y, por lo tanto, un acto de brujería. ¡Qué pánico sentirían los hombres de entonces si vieran como están las cosas ahora! ¡»Adoradoras del diablo por todas partes»!
3. Tienes una marca de nacimiento… ¡la marca del diablo!
Por si tener una marca de nacimiento o peca en el cuerpo no fuera algo engorroso en ocasiones, además, en un juicio por brujería se podía considerar «la marca del diablo».
Esta era la prueba de que el diablo había tenido contacto con la supuesta bruja. La creencia era que el señor de las brujas las marcaba para iniciarlas en la obediencia y la servidumbre hacia él.
4. ¿Eres muy pobre o no necesitas que un hombre te mantenga económicamente?
Entonces hubieras sido una bruja. En aquel tiempo, especialmente a partir del siglo XVI, las mujeres que vagaban solas por la calle, debido a una situación de extrema pobreza, resultaban muy molestas a sus vecinos. Su presencia constante, su mal aspecto y, muchas veces, su delicada salud mental (seguramente fruto de sus terribles circunstancias) despertaban el desagrado de la población, que no tenía reparos en acusarlas de brujas a la mínima oportunidad.
Si eras una mujer independiente… ¡tampoco te salvabas! Necesitabas a un hombre cerca que se encargase de ti, si no, debías ir con mucho cuidado porque no tardarías en ser acusada de brujería.
5. Anciana o niña… ¡en el punto de mira!
Dos etapas que pueden dar lugar a ciertos desvaríos inocentes, ya sea por la avanzada edad o por la inmadurez. La sabiduría de las ancianas y la vivacidad de las pequeñas activaban las alarmas de los vecinos y fueron dos de los grupos de edad que más sufrieron los juicios por brujería. ¿Quizá eran las que menos opciones tenían de defenderse?
6. Tienes pocos hijos o ninguno… ¡Seguro que eres una de ellas!
En aquella época ser poco o nada fértil era algo muy mal visto. Si a esta condición, se le juntaban algunas de las anteriores (eras mujer, para qué buscar más) y además alguna familia bien extensa cercana sufría alguna clase de padecimiento… ¡Era culpa tuya!
Los «agradables» jueces habrían interpretado la mala suerte de esa familia como la consecuencia de una maldición que tú, amargada por tu situación, les habrías echado.
7. ¿Tienes un carácter fuerte? ¡Mala señal!
Si durante la acusación discutías, luchabas por tus derechos e inocencia o amenazabas a alguien, los receptores de tales «ataques» los usaban para confirmar que eras una bruja. ¡»Sin duda, esa es la actitud de alguien que practica la brujería y pacta con el diablo«! ¿Lo peor? Hoy todavía se usa la palabra «bruja» para referirse a mujeres con un carácter difícil.
8. ¿Alguien ha sufrido una indigestión con la comida a tu alrededor? ¿No me dirás que la habías preparado tú?
En Europa, una de las prácticas que más se atribuían a las brujas era envenenar los alimentos. ¿Indigestiones a tu alrededor? ¿Han enfermado tus vecinos? ¿Les cocinaste antes de que eso ocurriera? Lo tienes muy, muy mal. ¡Qué mala noticia para las que no dominamos las artes culinarias!
¿Qué te parece? ¿Te hubieran considerado una bruja antiguamente? A mí, personalmente, seguro que sí. Una prueba más de lo absurdo de las creencias de entonces y del terrible e injusto sufrimiento de tantas mujeres de la época que fueron asesinadas siendo inocentes.
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