En Supercurioso nos interesamos una vez en las mujeres japonesas que intentan occidentalizar sus ojos a base de tratamientos y operaciones estéticas porque creen que así serán más atractivas. En el siguiente artículo también queremos fijarnos en la estética del ser humano y en lo que se llega a hacer para resultar más hermoso. Descubre los tratamientos estéticos de la Antigüedad que más impactantes resultan hoy en día.
5 tratamientos estéticos de la Antigüedad alucinantes
Dicen que «para lucir hay que sufrir«, un dicho que se puede aplicar a la actualidad, sobre todo a las operaciones de estética que tanto tiempo de recuperación requiere y que te llevan a pasar por quirófano. Sin embargo, este sufrimiento por resultar más atractiva viene de muy lejos. Prácticamente desde el inicio de la civilización. ¿Quieres conocer algunos de los tratamientos estéticos de la antigüedad más demenciales? Te los exponemos seguidamente.
1. Pelo rojo ¡fuego!
En 1558 Elizabeth I subió al trono de Inglaterra. Su popularidad subió como la espuma desde entonces y, pro consiguiente, la del color de su pelo: pelirrojo. Al parecer las súbditas de esta monarca decidieron que aquel era el mejor color para sus cabelleras y optaron por teñírselo a cualquier coste.
¿Cómo lo hacían? Con una terrible mezcolanza de plomo, cal viva, agua y azufre que tenía unos efectos secundarios tremendamente desagradables: les sangraba la nariz, les dolía la cabeza y les asaltaban unas náuseas incontrolables. ¡Todo por estar más atractivas! Lo peor de todo es que, además, cuando mezclas cal viva y agua se provoca una reacción que puede llegar a prender materiales combustibles. Uno de los tratamientos estéticos de la antigüedad más peligrosos, sin duda.
2. Cejijunto estoy más atractivo
En la Antigua Roma ser cejijunto era lo más, lo que te volvía irresistible.
Para conseguir unir las cejas sobre la nariz, usaban una mezcla de impresión compuesta por moscas y hormigas machadas. ¡Horripilante!
3. ¡Gladiadores, vaciad vuestro sudor en este frasco!
Siguiendo con el Imperio Romano, ¿sabías que al salir del Coliseo, tras ver un espectáculo de gladiadores lo más glamouroso era comprarse una frasquito con sudor de gladiador o grasa de animal? Pues así era.
Las mujeres más ricas compraban estos productos porque al parecer mejoraba el aspecto de su rostro. Uno de los tratamientos estéticos de la antigüedad más curiosos y bastante desagradable, ¿verdad?
4. «Sabroso» enjuague bucal
¿Sabías que el médico Galeno, en el siglo II, ya aconsejaba a sus pacientes que se cuidaran los dientes? ¿Cómo? Limpiándose las caries que tenían con una lima. Además, se ve que para lavarse la dentadura usaban unos enjuagues cada cierto tiempo hechos con sangre de tortuga. ¡Ugh!
También utilizaban como dentífrico una mezcla de harina, zumo de calabaza, sal y vinagre caliente. ¿Lo peor? Otra sustancia que se usaba para enjuagarse era la orina, debido a que el amoniaco que contiene cuenta con propiedades desinfectantes.
5. Blanquear el rostro, obsesión enfermiza
Actualmente nos esforzamos en estar más morenos y tomar el sol en cuánto asoma entre las nubes, pero no siempre quisimos tener la tez más oscura. Antiguamente tener la piel más blanca era una auténtica obsesión. Sobre 1400 se empezaron a llevar a cabo prácticas que te blanqueaban la piel.
¿Por ejemplo? Compuestos hechos de hidróxido, carbonata y óxido de plomo con terribles consecuencas como parálisis musculares. ¡Terrible! Otra técnica recurrente era usar sanguijuelas o presionar la piel con vasos de vidrio, haciendo el vacío, para disminuir el riego sanguíneo y empalidecer.
¿Estarías dispuesto/a a llevar a cabo alguna de estos tratamientos estéticos de la antigüedad? ¿Cuál te ha sorprendido más?
Si te ha gustado este artículo, puede que quieras saber más sobre los pies reducidos de las mujeres chinas en la antigüedad.