Las raíces y costumbres de la antigua América Latina sorprenden hasta al más reacio, dado que la riqueza en simbología y conocimientos comprenden una variedad de conceptos que hasta el momento han sido modificados al adoptar aquellos que representan a toda la cultura occidental, perdiendo de este modo algunas de las más profundas y auténticas enseñanzas, en este artículo te mostraremos que la Cultura Maya poseía una ideología similar e incluso más sombría, en este caso alrededor del tema de la muerte.
Datos sobre la cultura Maya
La cultura Maya ocupó un espacio geográfico de aproximadamente 500 000km², desde el noroeste de la actual Honduras, El Salvador, centro y norte de Guatemala, Belice y cierta parte del sureste de México. Su historia contiene tres periodos importantes de evolución: Preclásico (de 1600 a.C. al 250 d.C.) Clásico (250 a 900 d.C.) y Posclásico (900 a 152 d.C.).
Son reconocidos por su excelente trabajo con la obsidiana como el metal más utilizado en ese tiempo para fabricar armas, herramientas de trabajo e incluso joyas, era considerado un lujo poseerlo.
Esta civilización duró aproximadamente 300 años, subsistiendo a partir de ciudades – estado, las cuales les ayudaban a controlar una gran parte del territorio, por esta razón aprovecharon grandiosas riquezas naturales tales como los cenotes, que proporcionaban agua y gran cantidad de flora y fauna.
No obstante, existían rituales que daban a este pueblo fértil un ambiente oscuro y tenebroso.
El Inframundo Maya
En el afamado “libro de la comunidad” el Popol Vuh, un escrito de origen maya se hace alusión a un lugar donde existían paisajes sombríos y lugares de castigo. La dualidad de la vida y la muerte para los mayas representaba un ciclo en el que cuando alguien fallecía, sólo la materia perecía, sin embargo el alma subsistía adentrándose a un camino que duraba 5 años hacia un lugar llamado Xibalbá.
En aquel pasaje del Popol Vuh, se maneja una escena simbólica de un juego de pelota (famoso en esta cultura) al llegar a las puertas del inframundo que representaba las dificultades y obstáculos que se presentan en la vida, así mismo se hace alusión a la divinidad y a los elementos naturales como parte de la esperanza para sobrevivir o alcanzar la muerte.
Según las creencias del pueblo maya, el universo era formado por tres estratos: El cielo (conformado a su vez por 13 niveles), la tierra y el inframundo (con 9 niveles por su parte), estando la tierra justo en medio de estas dos dualidades era donde se encontraban todas las representaciones de vida y muerte, mezclándose entre sí y moldeando el destino de los pobladores.
Por estas manifestaciones de la vida y la muerte en la tierra los simbolismos se hacían presentes hasta en los animales, un ejemplo era el canto del búho o el del zopilote que anunciaban la proximidad de un fallecimiento.
Los mayas también contemplaban lo que hoy conocemos como reencarnación, ya que, tras el recorrido del alma de un difunto hacia el inframundo, el espíritu comenzaba a diluirse y mediante un suspiro entraba en la boca de una mujer embarazada para revivir nuevamente en otro ser, iniciando un nuevo ciclo.
¿Quiénes habitaban el Xibalbá?
Las terribles desgracias y castigos que inundaban los parajes del inframundo eran administradas por los gobernantes de este lugar, denominados los Señores de Xibalbá, doce entidades de la muerte de quienes sobresalen los nombres de Hun—amé (uno-muerte) y Vucum Camé (siete-muerte). El resto de los gobernantes eran demonios y, según la mitología, cada uno respectivamente se ocupaba de algún tormento humano como el hambre, el miedo, el dolor, la enfermedad, la indigencia y finalmente la muerte misma. Algunos otros habitantes de Xibalbá eran servidores hechizados por los demonios.
Es bien sabido que los sacrificios humanos formaban parte importante para estas culturas, los mayas no eran la excepción dado que ofrecían vidas humanas a los gobernantes de Xibalbá, sin embargo se cree que algunos pobladores comenzaron a cansarse de estos sacrificios por lo que intentaban engañar a los entes que aquí moraban evitando llevar más muerte a su gente.
Otro de los supuestos habitantes del inframundo Maya, según algunas teorías, era Cizin, una deidad de la mitología que representaba la muerte, atribuían a él el estado de descomposición del cuerpo.
Las entradas a Xibalbá
La existencia de diversos cenotes en las zonas donde se asentaba la cultura maya, proporcionaba la creencia de que en ellos se encontraban las entradas al inframundo, así mismo algunas teorías indican que su exacta ubicación se encontraba en una caverna cercana a la localidad de Alta Verapaz cerca de Copán, en Guatemala.
Por su parte, la Isla de Jaina, localizada al norte de la ciudad de Campeche, no sólo era reconocida por su extensa belleza, sino también debido a que era hogar de cientos de cadáveres donde los mayas solían enterrar a sus muertos junto con algunas figuras de arcilla que los acompañarían en su camino al inframundo, convirtiéndose en una Necrópolis.
Ya sea por su inmensa veneración por el territorio fértil y su belleza natural o por las lecciones que enseñaban las vivencias en este pueblo, no deja de sorprender que la necesidad de explicar el origen del ser humano creaba un dilema filosófico que en su momento los mayas asimilaron con la creación de seres fantásticos y regiones místicas que, muy a su modo, se relacionan con lo que ahora conocemos como cualquier tipo de religión. Lo interesante de esta cultura y algunas otras similares de América Latina, es el hecho de que ante todo demostraban que los obstáculos y los sucesos traumáticos tenían que existir para mantener un equilibrio entre la vida y la muerte.
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Imágenes: Cuilomerto, Xenophon, Salvador alc, Madman2001